El planeta más cercano a la estación Artemisa era Euríale, el cual orbitaba la estrella Sirio B. El aspecto de aquel lejano mundo era bastante parecido al de Marte, luego de su terraformación: algo árido en general, y con algunos mares de agua líquida, los cuales lo volvían, en sectores, un sitio muy adecuado para la vida.
Su aire era respirable para los humanos, así como su temperatura promedio y gravedad muy cercanas a las de la Tierra...
Allí, la ciudad más grande era Haruka, la cual había sido fundada hacía ya décadas por colonos terrícolas, la mayoría oriundos del continente asiático, de ahí su aspecto arquitectónico: marcadamente oriental y futurista a la vez, mismo que recordaba al de las ciudades propias de aquella zona de la Tierra.
Era famosa por ser la principal base de operaciones y asiento de una de las poderosas familias mafiosas que componían la peligrosa triada que dominaba en todo aquel sistema... sin ninguna ley ni gobierno.
Destacaba su nutrido mercado negro, el más grande y conocido de toda la galaxia. Allí se podía adquirir lo que fuera, y si no, se podía encontrar a alguien que lo conseguiría... por el precio adecuado.
En aquel lugar se encontraban Rigel y Nova recorriéndolo en busca de algunos artículos que necesitaban, y cualquier otra cosa interesante que pudiera aparecer; Spica, por su lado, permanecía en un hangar junto al Cisne Negro, supervisando la instalación de un nuevo sistema de propulsión, el cual le daría a la nave un alcance intergaláctico.
El comunicador de Rigel se activó, era Spica:
—¿Cómo va la búsqueda de mis bancos de memoria extra?; de verdad que los necesito —preguntó ansiosa.
—Aún no aparecen, ya preguntamos con varios traficantes de tecnología y no tienen nada que sea compatible contigo —le contestó él—. Vas a tener que ser paciente...
—Tengo toda la eternidad, capitán —replicó ella sarcásticamente.
—Por cierto, ¿cómo está quedando la instalación del generador de puertas de salto del Cisne?
—Muy bien, cuando se encuentre totalmente ajustado y calibrado podremos viajar instantáneamente hacia cualquier coordenada del universo conocido, tal y como lo hicimos con la puerta de Sedna cuando llegamos aquí.
El único problema que anticipo es el consumo de antimateria, se va una cápsula completa en cada salto...; y no te imaginas lo difícil que es conseguirlas, apenas logré comprar un par.
—Por no mencionar el costo que tienen —agregó Nova.
En medio de aquel ajetreado mercado, alguien los controlaba de cerca; era la figura de un hombre alto, fornido, encapuchado con raídos atavíos, y que no les perdía el rastro; se ocultaba de la mirada de ellos hasta que Nova lo advirtió:
—Nos están siguiendo —le dijo a Rigel de manera disimulada.
—¿Cazarrecompensas?
—Podría ser...
—Averiguémoslo; vamos por ese callejón —sugirió entonces él.
De ese modo le tendieron una emboscada al extraño, quien, sin advertirla, cayó en ella...
—¡¿Quién eres?! —le preguntó Rigel apuntándole con su arma.
No hubo respuesta.
Con un brusco movimiento, Nova le bajó la capucha descubriendo su cabeza:
—¡Un cíborg! —exclamó en cuanto vio las partes robóticas que se encontraban fusionadas al cuerpo de aquel misterioso hombre.
—¡¿Quién te envió?! —insistió Rigel.
Solo hubo silencio...
—Mejor empieza a responder las preguntas o comenzaré a destruir tus implantes cibernéticos, y te aseguro que sé como hacerlo de las maneras más dolorosas posibles —le advirtió Nova, en ese momento notó los restos de un tatuaje en el cuello del extraño y su rostro se desencajó—. No puede ser —susurró extrañada.
Repentina e inesperadamente, otras varias figuras, similares a aquel hombre, aparecieron por distintos puntos, rodeándolos... y sin darles tiempo casi a nada, los capturaron, dejándolos inconscientes con una sustancia somnífera que les rociaron en la piel.
A partir de ese punto no se supo nada más de ellos...
Despertaron prácticamente al mismo tiempo, estaban en un recinto no muy grande, el sitio se encontraba un poco inclinado, era metálico, de aspecto sólido, estaba cerrado... parecía ser como una pequeña habitación, la cual Nova reconoció de inmediato:
—Estamos dentro de un búnker modular de la FDT —dijo al tiempo que examinaba su entorno, recorriéndolo con la mirada: lucía como abandonado, estaba polvoriento, arenoso, con partes sucias y oxidadas, había algunas cajas vacías tiradas por el suelo, cinco sillas revueltas y desordenadas, un par de baúles y una fila de diez casilleros adosados a una de las paredes.
Rigel fue de inmediato hacia lo que parecía ser la entrada, y trató de abrirla... sin lograrlo.
—¿Qué clase de puerta es esta? —preguntó al ver lo estrecha que era y la extraña forma semicilíndrica de la misma que la asemejaba a una esclusa de seguridad.
—Es una puerta de aislación medioambiental. Estos búnkeres son unidades herméticas diseñadas para ser desplegadas en múltiples tipos de escenarios. Ese acceso es en realidad una cámara unipersonal de paso, tiene sistemas de descontaminación y purga de vacío, nada de afuera entra y nada de adentro sale, salvo quien haya ingresado en ella.
En ese instante, la enorme pantalla principal del aquél lugar, la cual se encontraba fija en una pared, se encendió, estaba astillada y manchada, con algunas fallas, pero funcionaba... y en ella apareció la cara de un hombre familiar:
—Pero si yo te maté, Lesath —le dijo Nova.
—No, amor... no lo hiciste, aunque sí que me lastimaste, y mucho, ¡mírame! Gracias a ti, me he convertido en un organismo cibernético... y ahora soy mucho más fuerte que antes.
—Y ahora te quieres vengar, ¿no es así? —le dijo ella entrecerrando sus ojos, pero su interlocutor solo la miró sonriéndole de una manera inquietante:
—El deseo de venganza no es más que una debilidad, lo que yo quiero es que vuelvas conmigo, Nova...
—Pues, lo lamento, ¡no lo haré!
—Oh... sí, sí que lo harás, y estarás feliz de hacerlo. Será cuando reemplace algunos lóbulos de tu cerebro con partes cibernéticas, como las mías, y las programe para ello...
Es más, me aseguraré de programarte para amarme, como lo hacías antes.
Renacer como cyborg... no es tan malo como se cree.
—Estás demente. ¡¡No dejaré que me conviertas en tu marioneta, maldito!!, antes me suicido.
Lesath se rió a carcajadas...:
—Como prefieras. Viva o muerta lo haré de todos modos, ese no un requisito para convertirte en una bella cíborg.
Aunque, sinceramente, prefiero doblegar tu voluntad... domarte, por así decirlo, es por eso que traje a tu capitán contigo y he planeado un juego que te hará mucho más dócil cuando termine.
En uno de los baúles que están allí les dejé unos regalos.
Rigel y Nova fueron así hasta el baúl que estaba abierto, dentro había un par de dispositivos con la forma de un aro articulado que podían abrirse en un punto, parecían ser dos sofisticados collares electrónicos:
—¿Pretendes que nos pongamos estos grilletes en el cuello? —le preguntó Nova escéptica.
—Es la única manera de salir del búnker, así lo he preparado todo, la puerta no abrirá de otro modo, tienen que colocárselos para salir.
—¿Qué son?, ¿dispositivos de rastreo, Lesath? —le preguntó Rigel.
—Tal vez; pónganselos y lo sabrán... —Rigel y Nova se miraron reluctantes y Lesath continuó—:
Claro que pueden no hacerlo, si así lo prefieren, pero el oxígeno de ese recinto se les acabará en unas pocas horas, y seguramente sobre el final optarán por ponérselos para salir y respirar... Será viejo, pero ese búnker es aún hermético y su reserva de aire está casi agotada.
—¿Y luego qué seguirá? ¿Nos cazarás como animales? —preguntó nuevamente Rigel.
—Sí, de hecho, mis hombres lo harán..., quienes, por cierto, Nova, son los que dolorosamente sobrevivieron a la explosión que nos hizo ser esto que somos ahora; están deseosos de devolverte el favor despedazando tu hermoso cuerpo.
—Va a ser mejor que yo salga primero, Nova —le dijo Rigel—. Trataré de conseguir ayuda... El oxígeno te durará el doble sin mí aquí; quédate todo lo que puedas aguantar y, si no regreso a tiempo, luego inténtalo tú.
—La táctica del héroe no es la mejor esta vez, si vamos a separarnos es preferible que salgamos al mismo tiempo y tomemos por distintos caminos para dividir a los cazadores —propuso ella.
Nova y Rigel cruzaron sus miradas, a ninguno de los dos le gustaba la idea de alejarse del otro, pero estratégicamente no había más opción; tomaron entonces los collares y se los colocaron al mismo tiempo...
A los pocos segundos de hacerlo un display numérico se activó en el frente de ambos dispositivos y con brillantes números rojos comenzó una cuenta regresiva.
—¡¡¿Qué diablos es esto, Lesath?!! —preguntó Nova exaltándose.
—Perdón, perdón... olvidé decirles algo importante. Esos números indican el tiempo que les queda antes de que los collares exploten, al cerrarlos en el cuello se activan y el conteo empieza: tienen tres horas.
Se hizo un instante de silencio... Nova estaba furiosa, quería tomar una silla y estrellarla contra el monitor donde estaba la cara de su ex pareja, Rigel en cambio lucía más tranquilo...
—No perdamos la calma, ahora lo primero que tenemos que hacer al salir es ver como librarnos de estas malditas cosas —dijo Rigel, y Lesath continuó:
—Los ayudaré con ese asunto, primero: no les recomiendo que los fuercen, sus detonadores son muy sensibles; ya puestos y cerrados, los collares pueden ser abiertos nuevamente usando una llave electrónica especial, la cual encontrarán sobre la consola principal de control de un reactor de fusión nuclear abandonado, el cual se encuentra como... ¡oh casualidad!, a tres horas de camino de donde están ahora.
Tendrán que llegar hasta allí para quitárselos... yo que ustedes me pondría en camino, el tiempo corre.
Que comience el juego...