PlatÓnico: Nuestro Amor

CAPÍTULO 15

ErdoSü dedicó su tarde a trabajar en un proyecto que tenía en mente desde hacía algún tiempo. Tenía planeado independizarse y abrir su propia empresa de publicidad y mercadotecnia.

Había quedado con Rahui y otro amigo para jugar baloncesto esa noche y luego cenar juntos.

Después del agitado encuentro en las canchas, haber cenado y el otro chico se marchara, ErdoSü y Rahui se quedaron a platicar.

Rahui era bastante delgado, medía 1.86 m de estatura y tenía apariencia de chico tranquilo detrás de sus lentes que le daban un aire intelectual. Era del estado de Chihuahua, del municipio de Parral. Su madre tenía ascendencia tarahumara y había nombrado a su hijo en honor a su abuelo (Rahui significa día). Su padre tenía ascendencia española y había heredado físicamente más esa línea que la rarámuri. Era el menor de 6 hijos, tenía 5 hermanas, 9 sobrinos, infinidad de tíos, primos, abuelos y tíos abuelos. Pertenecía a esas familias numerosas que suelen reunirse con frecuencia bajo cualquier pretexto, que amaban estar juntas pero peleaban todo el tiempo.

Estudió preparatoria y universidad en la Cdmx. A los 17 años se enamoró de Bree y se hicieron novios. Conoció a Cloe por Bree y desde entonces eran inseparables.

ErdoSü conocía esos detalles de la vida de su amigo pero esa noche quería saber un poco más.

– ¿Cómo te sientes en general? –le preguntó–. Con tu novia, trabajo, familia, etc.

–Encuentro en Bree todo lo que necesito. A veces me siento agobiado por su carácter fuerte pero parte del éxito de una relación consiste en aceptar las diferencias del otro y tolerar los defectos sin ser infeliz. En cuanto a mi familia los amo y suelo visitarlos en días festivos o vacaciones. En ocasiones Bree e incluso Cloe me acompañan pero después de unos días salen corriendo agobiadas. –Lanzó una carcajada divertido.

ErdoSü le habló de su proyecto.

–Me gustaría que fueras parte de él, te propongo independizarnos juntos cuando ya nos hayamos casado con las chicas, deseo que seamos socios los cuatro.

Rahui abrió los ojos como platos al escuchar la seguridad con la que su amigo afirmaba eso.

–Estoy dispuesto a hacernos socios, cuenta conmigo, pero, ¿Cómo estás tan seguro que te casarás con Cloe?

–Amigo, ella será la madre de mis hijos –aseveró ErdoSü sonriendo.

 

 

Cloe se dirigió al consultorio privado de Gonzalo después de haberle hecho tres llamadas que no contestó. Llegó justo cuando éste se estacionaba y lo abordó.

 –He venido a que hablemos –le dijo.

Gonzalo la guió a su oficina.

–Eva, no veré pacientes ni atenderé llamadas en los próximos 20 minutos –informó a su secretaria.

– ¿Qué está sucediendo Gonzalo?

–Nada. No entiendo por qué preguntas. –Su actitud hacia ella ya no era la misma, antes la trataba con cariño, ahora evitaba sus ojos.

–Todo ha cambiado, actúas con frialdad, ya no hay llamadas o mensajes, tus ausencias son frecuentes y además está el episodio con Enrique. ¿Ya no me quieres en tu vida?

–Todo está bien –repitió Gonzalo–. Tal vez he estado cansado, sólo es eso. Lo que ocurrió con Enrique fue un festejo por el tiempo que dejamos de vernos.

–Creí que ya no bebías. No me has platicado sobre la época en que abusaste del alcohol –le recordó Cloe.

–Estoy inmerso en unas jornadas médicas que serán beneficiosas para mis pacientes. –Gonzalo desvió el tema y luego habló de cosas triviales.

Cuando Cloe se marchó se sentía igual que cuando llegó.

Esa noche lo recibió con una cena romántica. Comieron en silencio y la actitud del hombre fue distante. A pesar sentirse rechazada, lo condujo a la habitación y lo besó apasionadamente pero él no logró realizar el acto sexual. Después de algunos intentos, Gonzalo se vistió y se marchó del departamento directamente a embriagarse con Enrique.  

Cloe lloró amargamente por segunda vez desde que lo conoció. Por supuesto pensó que había otra mujer, quizá Marlen.

 

 

En los días siguientes, ErdoSü observó a una Cloe diferente, la alegría había desaparecido y le costaba concentrarse en los ensayos de las danzas folclóricas mexicanas cuyas presentaciones tenían ya programadas.

 

 

Gonzalo empezó a aceptar trabajo fuera los fines de semana. Se iba en viernes a mediodía y regresaba cada lunes directamente al hospital. Las otras noches, en su mayoría, dormía y bebía en la casa de Enrique y las pocas veces que llegaba al departamento saludaba a Cloe sin ganas y se acostaba dándole la espalda.

Ella pasó muchas noches llorando en silencio. Ya no se veían y el contacto se redujo al mínimo. Cuando intentaba hablar con él, aparentaba tener prisa y se marchaba con cualquier pretexto. Cloe realizaba infinidad de llamadas y mensajes que él nunca respondía. Sin embargo fue testigo de cómo Amy hablaba por teléfono con su padre segundos después de marcarle.



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En el texto hay: romance, amistad, traicion infidelidad

Editado: 07.04.2023

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