PlatÓnico: Nuestro Amor

CAPÍTULO 39

ErdoSü y Cloe se quedaron al centro de la pista como solían hacer al acabar la melodía y el beso se prolongó como si estuvieran solos.  

Los aplausos los regresaron a la realidad y él la condujo a una terraza, ahí la abrazó y murmuró en su oído.

–Te amo, por favor vuelve a ser mi esposa, han sido los peores meses de mi vida. Estaré a tu lado cada instante para calmar tus miedos, iremos paso a paso, solo necesito una oportunidad.

–Es lo que más deseo, no he dejado de amarte –confesó Cloe–. Sin embargo no sé si el temor me impida empezar de nuevo.

ErdoSü la besó. Se fueron juntos e hicieron el amor con cuidado. Él la trató con ternura y durmieron abrazados.

–No tomes esto como que ya estamos juntos de nuevo porque puedo tener altibajos al tenerte cerca –pidió Cloe la mañana siguiente.

–No me alejaré, permíteme estar con ustedes, después de un tiempo toma una decisión y la aceptaré, sea cual sea.

 

 

Ayrton y Geo tenían una expresión sombría cuando Cloe se reunió con ellos en la oficina.

– ¿Qué sucede? –les preguntó.

–No creí que tu esposo fuera tan guapo, incluso yo me enamoré de él. Es tan perfecto que en ese momento mis esperanzas se esfumaron –confesó Geo mitad broma mitad en serio.

Cloe rió ante la ocurrencia. Ayrton no habló, se enfocó en el trabajo pero estuvo desganado el resto de la mañana.

Antes de la comida, ErdoSü apareció por la oficina. Al verlo, Cloe sintió las acostumbradas maripositas y su cuerpo expresó un lenguaje inconfundible. Geo saludó y se retiró rápidamente. En un momento incómodo, ErdoSü y Ayrton se estrecharon la mano pero parecían estar midiendo fuerzas.

 

Cloe comió con su esposo en un lindo lugar árabe–libanés del centro de Sao Paulo y platicaron como cuando eran sólo amigos. Hablaron y hablaron disfrutando de la atmósfera íntima y agradable que siempre se formaba en torno a ellos. Más tarde llegaron a la casa entre risas y jugaron con sus hijos. Rosario daba gracias a Dios y pedía que ese matrimonio se restaurara.

 

Después de la siesta, Cloe recibió una llamada de Ayrton.

– ¿Daremos el habitual paseo nocturno? –preguntó él.

–Por supuesto, te espero a la misma hora –respondió ella. 

ErdoSü escuchó y sintió un malestar en el estómago, sus celos se dispararon al mil pero se controló y decidió llevar a sus hijos con sus amiguitos a la alberca.

–No te preocupes por Ayrton –lo tranquilizó su madre–. Él podrá amar a Cloe todo lo que quiera pero para ella sólo existes tú. Debes tener en cuenta que el que te acepte junto a ella habla de lo que siente por ti. Incluso si después de este intento decide separarse definitivamente estaría eligiendo lo mejor para todos.

ErdoSü se alejó disgustado.

 

   

Mientras caminaban, Ayrton rompió el silencio contando a Cloe una historia.

–Había una vez un hombre que equivocadamente buscaba a la mujer ideal por todas partes. Fue tras algunos espejismos creyendo amar cuando en realidad idealizaba, así tuvo una decepción tras otra hasta que, cansado, decidió desistir.

Cierto día llegó a un bosque solitario y encontró a una mujer cuya belleza no parecía terrenal; era una diosa y estaba herida. Cuando la vio a los ojos cayó rendido de amor así que se quedó junto a ella. Con el pasar de los días descubrió que todo eso que siempre había buscado estaba frente a él. Sin embargo ella pertenecía al sol, había caído ahí por accidente trayendo consigo un brillo especial que la mantenía viva pero de no regresar se extinguiría poco a poco hasta morir.

El hombre estaba dispuesto a conseguir todo el brillo de la tierra para que la diosa viviera en su mundo y se atrevió a soñar que se quedaría con él por siempre. El sol estaba incompleto sin ella al igual que ella lo estaba sin él así que reclamó su presencia.

Desesperado, el hombre pensó en ir detrás de ella cuando se marchara y se fundiera con el sol a pesar de saber que no sobreviviría pues era un simple humano. Debía elegir entre morir para verla un poco más o vivir como todos los mortales, recibiendo la luz que emanaba de ella al lado del sol y aceptando que nunca sería suya.

–El hombre debería elegir vivir pues seguramente en algún momento se convertirá en el sol de alguien más –opinó Cloe.

 

Las caminatas siguieron día tras día. Para Cloe, Ayrton era el gran amigo que había estado a su lado en el momento que más necesitaba y podía confiarle lo que fuera, estaba agradecida y deseaba conservar su amistad por siempre.

Cuando estaba a solas, una pequeña esperanza se negaba a morir en Ayrton y pensaba que mientras Cloe no se hubiera fundido con el sol aún podía ofrecerle su vida entera para mantenerla a su lado, luego aceptaba con tristeza que jamás sería el sol para ella.

 

ErdoSü sufría con la cercanía entre Cloe y Ayrton a pesar de que ella insistía en que era un buen amigo que deseaba tener cerca.



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En el texto hay: romance, amistad, traicion infidelidad

Editado: 07.04.2023

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