Decidí omitir el pequeño detalle que Hayes había comentado por un poco de respeto a Asher. No era tan sencillo contarle a alguien, incluso si ese alguien era Lily, que un chico coqueteó conmigo y que yo había aceptado gustosa a seguirle el juego.
—Eres un patán, Hayes —escupí con bastante molestia, sus cejas se levantaron un poco.
—Vaya, ¿así que no eres de esas? —preguntó y por un momento no entendí a lo que se refería.
—Blair, ¿De qué está habla...?
—Un gusto, linda. Soy Hayes —dijo el pelinegro dando unos cuantos pasos hacia mi amiga. Ella lo recibió con algo de duda pero finalmente le aceptó el beso en la mejilla—. Disculpa todo esto, creo que confundí a Blair con otra persona.
—¿Pero qué dices? —pregunté bastante confundida.
—Vámonos, Merl. Creo que hemos malinterpretado esto —ordenó Hayes dándose la vuelta y dejándome con la boca abierta. El chico asustadizo no levantó la cabeza ni siquiera para mirar a Lily, quien no le quitaba la mirada de encima.
¿Pero qué demonios acababa de pasar? Hayes había descubierto que lo estábamos siguiendo y no ha hecho ningún escándalo para reclamarnos. Pareció querer evitar el tema de que nos conocíamos a toda costa y ni siquiera tuvo el amago de fingir disculpas cuando supuso que era una zorra.
¿Pero qué estaba mal con él?
—Pues yo creo que está muy bueno —comentó de pronto mi mejor amiga.
Y eso era lo peor. Los cabrones como él eran los que estaban más buenos.
[...]
Eran las nueve y media cuando esperaba en la puerta de aquel local a que Asher apareciera, su último mensaje hace cinco minutos fue de "llego en cinco" y no sé por qué, decidí que esperarlo afuera sería una gran idea.
Pasando algún tiempo en que veo como varias personas entran al bar, observo como el chico de cabello blanco teñido se acerca casi corriendo con el teléfono pegado a la oreja. En cuanto llega a donde estoy, me da un rápido beso y me toma de la mano para pasar la puerta.
—No, no. La fiesta es el viernes, no sábado —dijo todavía pegado al aparato y dándome una sonrisa que podía interpretar como "discúlpame"—. ¿Y yo que sé? Pregúntale a ellos... no sé si irá, debiste invitarla antes... ¿Te la pasas coqueteando con medio instituto y no tuviste tiempo de decirle? Eres muy jodido, Hayes.
Mientras iba caminando tuve que fingir que escuchar ese nombre no me causaba escalofríos. ¿Estaba hablando con él? Pude deducir enseguida que por la conversación que estaba teniendo habría una fiesta, el viernes, y que Hayes había olvidado invitar a su pasatiempo de la noche.
—Tengo que colgarte, hermano. Estoy en una cita —escuchar esa palabra me hizo fruncir el ceño y regresar a ver a Asher, quien no se inmutó ante mi gesto—. Sí, yo se lo digo —Asher se despegó el celular del oído, colgando—. Hayes te envía saludos, Blair.
Me acomodo un mechón de cabello que de repente me estorba.
—Qué sorpresa.
—Sí, está algo pesado desde que empecé a hablarle de ti.
Pude tropezarme en ese instante con tan solo pisar mis cordones.
Justo en aquella frase llegamos hasta la barra del pequeño local. Asher no tenía idea de a dónde llevarme, a pesar de que le dije que no era importante, pues no quería que pensara que teníamos una cita. Está de más decir que el esfuerzo no sirvió de nada.
—¿Le hablaste de mí? —pregunté tratando de sonar lo menos intrigada posible—. ¿Que le contaste?
—Dos tragos de vodka, por favor —pidió él al chico que estaba del otro lado de la barra—. ¿Quieres ponerte ebria o solo vamos a hablar?
—No importa. ¿Qué fue lo que le dijiste a Hayes?
El chico regresó con lo que Asher pidió, poniendo los chupitos sobre la barra. Él me ofreció uno y yo no dudé en tomarlo de un solo sorbo, mi acompañante imitó el gesto. Enseguida pidió otros.
—¿Cómo vas con el proyecto de literatura? Ni siquiera he empezado el mío.
—Asher...
—¿Hablaste con tu papá? ¿Ya tienen planeada la reunión mensual?
—No quiero hablar de mi papá.
—¿Sí vas a acompañarme a la fiesta del viernes, verdad? Lily dijo que no iría si esta vez tú no ibas.
—Deja de cambiar de tema, Asher —el barman regresó con los dos chupitos de nuevo, pero antes de que Asher tomara el suyo, le detuve el brazo—. ¿Qué fue lo que le dijiste?
—¿Por qué te importa tanto lo que sabe Hayes? Ni siquiera lo conoces —respondió, liberándose de mi mano sin ser grosero.
—Esto ya no es por Hayes. Quiero saber cómo nos defines cuando hablas de mí
Lo que decía era cierto. Empezaba a sentir mucha curiosidad por la manera en que hablaba de nosotros. Nunca me había parado a preguntar si le decía sus amigos de mí; no, de lo que se supone que teníamos. Y podría ser difícil de explicar, porque ni yo mismo sabría cómo explicar nuestra situación. Pero ya había tomando una decisión y es que no nos presentaría a nadie como novios.
—Solo quiero que dejes de pensar por un momento de todo esto. ¿No hemos venido a divertirnos? —agregó pasándome mi siguiente trago. Brindamos sin saber muy bien por qué. Solamente dejé que el líquido ardiente bajara por mi garganta mientras pensaba en lo siguiente que le diría.
—Solo dime algo —lo tomé del mentón, obligando a que me mirara—. ¿Le dijiste a Hayes que estábamos saliendo en serio sí o no?
Asher me miró fijamente por algunos segundos, sin responder. Después bajó la vista a mi boca y aprovechó la distracción para besarme. Estaba tan concentrada en saber su respuesta que por un momento olvidé lo gruñona que estaba sonando.
Era un lugar muy público para mostrar demasiado, por lo que tuve que conformarme con un beso no muy excitante. Sus labios remojados se abrieron sobre mi boca para pasar su lengua, una de sus manos abrazaba mi rostro mientras yo lo tomaba del cuello. Besarlo se seguía sintiendo muy bien y esa era una de las razones por las cuales nunca había podido apartarme de él.