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▪Capítulo 6▪

Era oficial. Me había quedado sin un solo centavo. Lo único que había en mis bolsillos, eran agujeros.

—Castrato es la denominación que se utiliza para referirse al cantante sometido de niño a una castración para conservar su voz aguda —explicó la profesora Molly. Vi de reojo a Lily hacer una mueca de asco.

—¿Pero qué tema es este? ¿Estamos en la clase correcta? —me pareció que preguntó, pero yo no lo presté atención—. ¿Blair?

Y ahí, estresada en la última hora de clase con el lápiz en mi boca, no podía dejar de pensar en eso. ¿Qué hacía ahora con mi situación? Agradecí comprar comida por adelantado, al menos había hecho algo bien. No entendía la falta de efectivo, puesto que había hecho todo lo posible por ahorrar. La frase que mamá solía decir sobre "el dinero se va como agua entre las manos" cada fin de mes cobraba sentido.

Recordé mi último gasto. Había pagado el alquiler a la señora Heather no pudiendo soportar un día más mi impuntualidad. Todo el dinero se había ido ahí y no había ganado lo suficiente en el puesto de comida rápida. Sí, estaba más que jodida.

El timbre sonó, haciéndome saltar de inmediato de la silla. Como era de esperarse, Asher estaba en la puerta conversando con un amigo mientras aguardaban a que terminara mi clase. El primero sonrío al verme y no demoró en pasar su brazo por encima de mi hombro para pegarme a él, despidiéndose del otro chico.

—Estaba pensando en llevarte a comer algo, pero al parecer Liliet ya tiene planes para ti —comentó sonriendo.

—Si vuelves a llamarme Liliet, te corto un huevo —dijo mi mejor amiga con las cejas arriba, uniéndose.

—¿Por qué no te gusta tu nombre? —estuve a punto de darle un golpe en el estómago a Asher en cuanto escuché su pregunta.

—Ya contesté esa pregunta como treinta y nueve veces.

—Deberíamos llegar a cuarenta, Liliet —bromeó el chico y supe que era su fin.

Lily puso cara de ofendida, deteniendo su paso. Entonces se dio la vuelta y caminó en dirección contraria. Alcancé a detenerla del brazo.

—¿A dónde vas? —le pregunté sonriendo un poco.

—Al salón de biología a por un bisturí, peloblanco va a cantar ópera.

—Ven —dije riendo por la situación trayéndola del vuelta al camino hacia la salida. Ella no solía utilizar mucho aquel apodo para referirse a Asher, quizá sí se había enojado un poco.

—Solo estoy bromeando, Lily  — comentó el chico.

—Tu broma te costará un huevo.

—¿Quieren dejar de pelear? —interrumpí, llamando su atención—. ¿Cuáles son esos planes que tienes para mí, Lily?

Preguntar aquellos pareció funcionar, puesto que los ojos de la morena se iluminaron para volver a sonreír.

—¡Oh, Si! Iremos de compras.

Negué con la cabeza de inmediato.

—No, eso no va a pasar.

—¿Qué? ¿Por qué no? Tenemos que buscar algo para esta noche.

—Te ayudaré si quieres a buscar algo, pero yo no voy a comprar nada.

—¿Necesitas dinero? —intervino Asher.

Me lamí los labios, negando de nuevo.

—No, estoy bien. Solo no me apetece gastar en caprichos. Usaré algo que ya tenga —di por finalizada la conversación.

Asher se acercó a mi oído para susurrarme, lo que me puso los pelos de punta.

—Sabes que te verás bien con lo que sea que uses, ¿verdad? —depositó un pequeño beso en mi mejilla—. Porque eres jodidamente hermosa.

Ese gesto hizo que me volteara para darle un merecido beso en los labios, el cual fue respondido de inmediato.

Caminando por el patio delantero del instituto, Asher se despidió de nosotras avisando que pasaría por nosotras en la noche para llevarnos a la fiesta. Lily era la que estaba realmente emocionada, yo solo le seguí la corriente.

—Puedes engañar a Asher todo lo que quieras, Blair —dijo Lily de pronto—. Pero yo no soy hombre ni tengo el cabello blanco. ¿Estás mal de dinero?

Suspiré con pesadez, aferrando mis manos a los lados de mi mochila.

—Me quedé en quiebra, pero tengo lo que necesito.

—Tienes la reunión con tu padre el próximo sabado. ¿No podrías...?

—Odio recibir su dinero y lo sabes. No quiero que compruebe lo mierda que es su hija al no saber sostenerse por sí sola.

—Blair, esa no fue tu...

—Está bien. Deberíamos seguir avanzando, se hace tarde —intervine para que no dijera nada más.

Decidimos caminar hasta mi casa, comer algo e ir al centro comercial. Cruzando por el vecindario, varios de los vecinos que me rodeaban empezaron a hacer comentarios un tanto extraños hacia Lily, por lo que le pedí que los ignorara y siguiera caminando. No era algo inusual que pasase, principalmente por que el barrio pequeño en el que vivía era habitado por gente estúpida.

Sin embargo, la sorpresa fue aún mayor cuando nos dimos cuenta que en la puerta de mi apartamento se encontraba mi apreciado vecino.

—Dime que estoy alucinando, Blair.

—¿No tienes una soda cerca, verdad? —pregunté solo para cerciorarme que mi amigo no corriera riesgo. Ella podía ser un poco atrevida a veces.

—No dramatices. Ya lo superé.

—Eres muy buena contando chistes, Lily, joder, para que me meo encima —sonreí ladeando la cabeza.

Pude ver cómo Brent se tensaba en cuánto vio a la persona que venía junto a mí. Lucía como un niño al que lo habían mandado a cocinar arroz y este lo había quemado entero en la olla.

—Hola, vecino —saludé con una sonrisa en la cara terminando de acercarme. Brent hizo una mueca de nerviosismo mal simulado que me causó gracia.

Tenía que admitirlo, me gustaba y era adicta a los chismes que no me incumbían.

—Blair —dijo él mirándome. Luego pasó la vista a mi lado—. Hola, Lily.

—Hola —respondió ella apartando la mirada y cruzándose de brazos.

Qué bueno que ya lo habías superado, Lily.

—Tengo que hablar contigo —murmuró Brent refiriéndose a mí—. A solas.

Le di una corta a mirada a la morena y ella solo asintió con la cabeza, adentrándose en el apartamento con mis llaves, el castaño y yo quedándonos afuera para poder conversar.



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En el texto hay: adolescentes, humor, romancejuvenil

Editado: 10.08.2020

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