Sam.
Me levanté de mi cama encontrándome con la sorpresa de que Kyle ya no estaba a mi lado, su lugar se encontraba vacío y no había rastro de su presencia en algún lugar de la habitación.
Salí y escaneé mi departamento para asegurarme de que no estaba en ninguna parte de el tampoco. ¿Dónde demonio se había metido?
Luego de la sorpresita por parte de Tyler hace una semana habíamos decidido quedarnos en su casa, anoche al venir a buscar un par de cosas comenzó a llover por lo que nos tocó quedarnos en mi lugar. No que tuviese que preocuparme mucho, sabía que el bastardo se lo pensaría dos veces antes de venir de nuevo. Tenía una orden de alejamiento exclusiva para él, además de que había puesto la denuncia. Era solo cuestión de tiempo antes de que me cobrara lo que me hizo.
Supuse que se iría al estadio temprano, pero apenas iban a dar las seis de la mañana, no es como si se fuese antes de ocho cada día.
Caminé de nuevo a mi cuarto en busca de mi teléfono, no había mensajes ni llamadas pendientes suyas, solo un par de Verónica pidiéndome que fuera a su casa una vez despertara. Al parecer Kyle estaba con Erick y Nicholas en Chicago. ¿Por qué no me dijo que se iría?
Le resté importancia y aunque el pensamiento aún seguía en mi cabeza me dirigí al baño y tras darme una ducha rápida busqué un par de vaqueros entre mis cosas, ¿dónde carajos estaban mis bragas negras?
Desistí de buscar en el fondo de mi maleta y solo me coloqué mis bragas blancas y un sostén a juego. Una simple camiseta tendría que servir, no tenía ganas de arreglarme.
Tomando mi bolso tras comprobar que mi cartera estuviera dentro, salí en busca de un taxi. Otra cosa que agregar a la lista de cosas que deben esperar. No podía conseguir un auto si iba a volver a Boston de manera definitiva, mis próximos tres meses en Chicago tendrían que ser usando el transporte público o tomando un taxi para ir al estadio.
Comprobé mi teléfono unas diez veces en el trayecto a casa de mi amiga, pero la bandeja de mensajes y llamadas seguía exactamente igual. ¿Le habría pasado algo a Chris? No creía, Hannah habría llamado de ser así y Verónica estaría en Chicago con Erick.
Pasé la verja de la entrada a casa de los Hamilton y caminé hasta la puerta, la sonrisa de Verónica me recibió nada más tocar el timbre con una Sofía sucia de comida en su cadera. Una pequeña madrugadora teníamos por aquí. Extendió sus regordetes bracitos en mi dirección pidiéndome que la cargara y aun a pesar de su boquita y manos embarradas la tomé apretándola contra mí.
— Hola, mi princesa hermosa. —planté un sonoro beso en su mejilla. Con sus manitas empapadas de lo que supuse era puré de calabaza aplaudió en mis cachetes riendo. Miré a Verónica sonriente. —¿Por qué tan temprano? —caminé dentro dejándola cerrar la puerta tras nosotras.
— ¡Tía Sam! —dejé de ver a mi amiga para agacharme un poco con la pequeña en mis brazos aún y así permitir que el beso de Jake se plantara en mi mejilla. Se retiró confundido cuando el puré tocó sus labios. —¡Sofía! —se quejó pasando las manos por su boca. La pequeña en mis brazos hizo un puchero por el grito y rompió en llanto, sus ojitos azules llenándose de lágrimas mientras le tendía los brazos a su madre.
— Jake, por favor. —soltó Verónica haciéndose cargo de su hija y caminando hasta un estante en la pared. Sacó una pequeña toalla blanca y dirigiéndose a su hijo de siete años, la pasó por su boca y manos limpiando los restos de la comida de su hermano. Jake hizo una mueca cuando Sofía lo miró con ojos de cordero a punto de llorar de nuevo.
— ¿Te quedarás hasta que vuelva? —dijo animado mirándome. Me encogí de hombros abriendo la boca para luego cerrarla de golpe cuando Verónica se interpuso entre Jake y yo.
— Tu tía y yo iremos a hacer un par de cosas hoy. Tu abuela estará aquí cuando regreses de la escuela. —Jake hizo un mohín, pero asintió mirándome.
— ¿Prometes volver pronto?
— Me voy la próxima semana de vuelta a Chicago, cariño. —abrió la boca sorprendido. —Pero vendré a despedirme. —solté no queriendo colocarlo triste.
— ¿Por qué tienes que irte tan lejos? —se cruzó de brazos, la chaqueta de su uniforme arrugándose cuando lo hizo.
— Tengo que trabajar, cariño. Pero tal vez pronto pueda regresar como antes. —sus ojitos se iluminaron. —No prometo mucho, pero lo voy a intentar. —asintió mirando a su madre.
— ¿Podremos visitarla, mamá? —Verónica asintió.
— Lo haremos, pero ahora ve por tu mochila. La ruta escolar no tarda en venir por ti. —sin mirarnos salió corriendo escaleras arriba a cumplir lo que mi amiga le había pedido.
— ¿Y Erick? —solté despreocupada, el hecho de que Kyle no me dijera que iría a Chicago dándome vueltas en la cabeza. Irse a mitad de la noche no era su estilo.
— ¿No leíste mi mensaje? Se fue junto a los Chicos, algo sobre una cooperación con la liga, no entendí muy bien. —se encogió de hombros posando sus ojos en mí. —¿Sucede algo? —habló preocupada. Me encogí de hombros caminando hasta la sala y soltando un suspiro al llegar al sofá.
— No quiero sonar como novia celosa y posesiva. —me observó sentándose a mi lado con Sofía en su regazo. —Kyle no me dijo que se iría, y me dejó sola a mitad de la noche. ¿Quién demonios hace eso? —dije tragándome las miles de ideas que se me venían a la cabeza.
— Tal vez se le olvidó que el entrenador les dijo esto hace una semana, sabes como es. —enarqué una ceja sorprendida. ¿Una semana? —Seguro fue que no quiso despertarte. —habló para relajarme.
— Debe ser eso. —murmuré intentando convencerme.
Asintió mordiendo su labio inferior probablemente pensando en lo patética que me veía ahora. El sonido de un claxon llenó el lugar sobresaltando a Sofía quien abrió sus hermosos ojos azules sorprendida.
— ¡Adiós mami! —Jake apareció con su mochila en su espalda junto a Verónica y depositó un rápido beso en su mejilla y en la cabeza de Sofía. Me miró notando de nuevo mis cachetes sucios. Riendo tomé el pañuelo de las manos de Verónica y lo pasé por ellos inclinándome después para darle mejor acceso. Sonriendo se despidió de mí y salió corriendo hasta la puerta para cerrarla tras él al salir.
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Editado: 11.05.2024