No me vuelvo a alejar de ti.
Cuento la historia,
qué bien recuerdo desde aquellos días
hace ya mas de un lustro en el pasado,
cuando juntos gozábamos la niñez,
y su paso acelerado.
Perfectamente evoco,
en mis memorias tu sonrisa.
Rebosante de júbilo mientras compartíamos
juegos y prácticas diarias.
Y tu cabello precioso, ondulando con la suave brisa.
Vive en mi memoria tu mirada.
Felina, serena y radiante.
Aquellos ojos que atraviesan,
como flechas al que osa contemplarlos.
Aquellos cuya majestuosidad es comparable,
con el lustre de un diamante.
Fueron tan gratos momentos,
los que a tu lado yo viví.
Que el tiempo se fue con prisa,
sin saberlo ni sentir.
Como el agua se escapa entre las manos.
Cómo se oculta el sol detrás del pacífico mar.
Así te perdí.
Te perdí sin siquiera caer en cuenta de que te había perdido.
Te perdí como al viento van los suspiros.
Pasaron los días, los meses, los años.
Alargados períodos de tiempo se atravesaron.
A cada segundo de tu ausencia,
la esperanza por tu reencuentro aumentaba.
Y en cada minuto de tu partida,
la resignación por no volver a verte se incrementaba.
Cuando mi cometido,
ya daba por perdido.
Cuando parecía que la adversidad había matado la ilusión.
En una fatigada noche te encontré.
Apareciste, para mí como obra del destino.
Y desde ese instante ni por un segundo dudé
qué habrían de converger nuestros caminos.
Las ansias y el anhelo por nuestro reencuentro
apoderáronse por completo de mi ser.
No podía esperar ni la fracción de un segundo por volverte a ver.
Volvería a departir contigo,
volvería a apreciar tu sonrisa.
Volvería, de tu voz la melodía,
a deleitar mis oídos.
Y una vez más, en tanto tiempo,
mi corazón se alegraría.
Permíteme pues volver a tu vida,
permíteme pues ser espectador de tu encanto.
Ya que estos versos que he escrito para ti,
son palpitante tinta,
a puño por mi corazón escrita,
inspiración que me ha brotado del alma
al conocer que has vuelto.
He decidido negarme a la distancia
que un día pudo separarnos.
No se repetirá, de mi ausencia, la experiencia,
pues si en tu regreso de gozo se ha llenado mi existencia.
Bendito aquel día en que volvimos a hablarnos.