Ante el propio encierro del condenado,
incontables lustros se llevó su existencia.
El amor en su vida había visto la muerte,
y pudrióse su alma en su miseria.
¿El amor?
Infantil anhelo.
Pérdida injusta del sagrado tiempo.
Asquerosa ilusión
Putrefacta añoranza
Maldecido sueño.
Incrédulo se encontraba caminante,
de sus propios ideales vagabundo.
Cruzando sin sentido el mundo,
perdido entre la vanas sombras del pasado.
“Si dios al amor se consideraría,
entonces me declaro ateo”
Decía en público declarándose el Romeo
que de Julieta nada conocer quería.
En su palabrería cavó su tumba,
y de su homicidio, artífice fue su lengua.
Cuando apareció una Dulcinea
su corazón de pronto se volvió suicida.
“Perdió el sentido”
“Loco se ha vuelto”
Especulaba la multitud ante el hecho,
de ver al hombre por amor perdido.
Aquel infantil anhelo
en madura obsesión vio convertido.
Y en la búsqueda de su amada
recuperó el tiempo perdido.
Su asquerosa ilusión más parecía
una dulce realidad, viva existencia.
La putrefacta añoranza era tan tierna
que lucía a flor nacida en primavera.
En su maldecido sueño, de bendiciones
rodeado se hallaba.
Qué más se ha decir de este suceso,
ante la incredulidad de quién amar no supo.
Llegó el amor a su vida, y es un hecho,
a amar aprendió después de eso.