CAPITULO 2

A la madrugada siguiente

Ébano.

-La doncella está estable. Fue un milagro divino, si se hubieran retrasado unos simples segundos, ella no estaría con nosotros. - el doctor Henry coloco su mano en el hombro de nuestro padre - Casi comete un homicidio, señor Yilmaz. Es algo muy grave para su reputación.

- No digas cosas que ya sabemos doctor. - saca un cheque y escribe unos números entregándolo a Henry. - Aquí no sucedió nada, ¿No es cierto?

El doctor recibió con una sonrisa de oreja a oreja, era el bono navideño que jamás había recibido. Su felicidad era la única que evadía el ambiente, compartimos miradas entre mi madre con angustia. El rostro de mi padre no era prometedor, se lograba percibir su ira a kilómetros de distancia.

Gire mi cabeza hacia la camilla donde estaba mi hermana. Su cabello dorado caía al costado de sus mejillas ruborizadas, su piel era pálida. Había vomitado lo suficiente para desmayarse luego de ver toda la sangre que ella misma había derramado.

-Antes de irme les traeré los análisis de Zerrin. Por lo poco que se pudo ver en la pantalla, viene hace semana las náuseas y las descomposturas.

-Gracias por su servicio, doctor. - mi madre hablo con una sonrisa cálida, dejando que el doctor se retirara. - Ébano...

Alce mi vista hacia ella, sabiendo la pregunta que tenía en su mente. - No lo sé madre, escuche un grito de desesperación. Abrí la puerta y encontré a Zerrin con un vidrio afilado en la mano. La doncella ya estaba sangrando demasiado, no alcanzo a que su voz saliera desmayándose en el acto. - volvió mi atención al dorado brillante de mi hermana. - Si ella lo hizo, debe tener una justificación coherente.

-Provocar un corte en la zona de las venas no es coherente. A simple vista quiso asesinarla haciéndolo pasar por un estúpido suicidio. - hablo con ira mi padre, estaba apoyado en la pared mientras se cruzaba de brazos. - Si se estuviera defendiendo no alcanzaría a hacer tal corte. Como mucho la hubiera apuñalado.

-No importa como la lastimo. Lo que interesa ahora es las náuseas de nuestra hija, Aslan. Puede que...

-Ya están los análisis, familia Yilmaz. - entro en la habitación de nuevo Henry. - Quisiera felicitarlos, pero lamentablemente esto es más una tragedia que una alegría para su familia.

-¿A que se refiere doctor? - mi madre sonaba angustiada y preocupada.

-Su hija tiene....

Por un momento todo mi mundo quedo congelado, mi sistema auditivo dejo de funcionar como debería.

-...trataremos de que mejore lo mas que pueda pero...

No toleraba las palabras del doctor. Desconocía a la persona que tenía a mi lado. Un dolor punzante emergió en mi pecho. Confianza. Algo sumamente primordial en nuestra familia, nunca nos juzgamos entre nosotros.

Rompió nuestra regla familiar. Provoco un dolor inmenso, el brillo de mi padre de orgullo hacia mi hermana se había apagado, mi madre seguía sin digerir las noticias.

Todo iba a cambiar desde ahora en adelante. Para bien o para mal, pero esto cambiaria a nuestra familia por completo.


 

Una semana después.

-Buenos días hermanita. - una sensación de calidez recorrió por todo mi cuerpo al sentir un beso suave en mi frente sacándome una sonrisa inesperada.

Sentí como apoyaban una bandeja en mis rodillas. El olor al exprimido de naranja fresco llego a mis fosas nasales haciendo agua mi boca.

- ¿Desayuno en la cama? - el asintió feliz. Me apoye sobre mis manos sentándome para recibir la delicada bandeja. - ¿A qué se debe la hermosa forma de interrumpir mis sueños?

-Pues no todos los días mi hermanita tiene su liberación, que por cierto... - apoyo la bandeja en mis piernas, acercándose más hacia mí. - ... La estoy esperando con demasiado deseo que creo que no podre esperar tanto.

Su mano se apoyó en mi cuello tirándome hacia el juntando nuestros labios en un beso profundo y desesperado. Era peligroso mostrar este tipo de afecto delante de uno de nuestras familias, mi corazón empezó a subir su ritmo cardiaco, pero ese beso deseoso se detuvo al igual que mis latidos al escuchar que tocaban la puerta con emoción.

Ambos nos apartamos deprisa, mi hermano se levantó abriendo la puerta dejando entrar a mi hermana mayor.

- ¡Feliz liberación a mi dulce hermanita menor! - alzo los brazos dirigiéndose hacia mí, con una sonrisa recibí su abrazo lleno de gozo. - Mi pequeña hermanita ya no será pequeña. Se libera de las cadenas de la esclavitud buscando a su nuevo caballero de elegante armadura llena de armas.

Evan rodeo los ojos mientras largaba un suspiro, mientras que a mí solo me dejaba contagiar por el regocijo de mi hermana mayor.

Se sentó a mi lado, tome un sorbo del exprimido que con tanta dulzura había hecho mi hermano. Nuestros ojos celestes se cruzaron, me dio un guiño que me saco una sonrisa sin prestar atención a quien tenía a mi lado.

- ¿Tienes todo para esta noche? - solo asentí, el sorbo paso a ser un trago largo que termine el exquisito exprimido de un solo trago.

- ¿Cómo están? - dirigí mi mano a su vientre, pero mi mirada estaba en los ojos que brillaban con anhelo ante aquel acto.

-Están mejorando. Los tres estamos curando heridas. - agarro mi mano con firmeza, pero con cariño. - mis bebes y yo estamos satisfechos con tu esfuerzo al ayudarnos a sanar.

-Todo esto se hubiera evitado si no lo ocultabas. ¿Cuándo se te ocurriría decirnos?

-Yo...

-Nunca, ¿Verdad? - hablo mi hermano con repudio. - Porque eres una gran egoísta, siempre lo fuiste. Jamás vas a cambiar.

-Evan es suficiente. - mi advertencia no fue tomada en cuenta.

-Dile. Saca los ovarios que siempre dices tener y cuéntanos lo que realmente piensas de nosotros. - se acercó a mi hermana que ella solo tenía la cabeza agachada con las manos en su vientre. Evan se agacho para que Zerrin la mirara. - Para vos siempre seremos unos monstruos enfermos. Deja de hacer ese jueguito de la niña pobrecita que tenía miedo a que su familia la rechazara.