Poder Sangriento I

CAPITULO 4

Un mes después.

Ébano.

- ¿Aun no se consigue información sobre el paradero de Zerrin? - exclamó la primera dama, Arely. Mi padre solo le negó con la cabeza mientras analizaba los papeles que tenía sobre su escritorio.

- ¿Memorizaste los rangos importantes, Ébano? - No aparto la vista de sus papeles. Me acerqué a su escritorio, asentí con la cabeza.

- ¿A quién necesitas que me acerque?

-Al Escuadrón principal, es el más fuerte, hábil y temeroso en la FMI. Su coronel es.

-Decidida y con muy buenas habilidades, su equipo no se queda atrás. La teniente y el capitán de su sección son asombrosos en el combate físico. - Sonrió ante mi respuesta rápida y concreta.

-Por eso, tendrás que ganarte su confianza. Nos dirás cada detalle sobre lo que planeen contra nosotros o el negocio. - Asentí de nuevo. - Necesito hablar privacidad con tu madre, vete.

Arely apoyo su mano en mi hombro y le dio una suave caricia. - Lo lograras cariño, estoy segura de ello. -

Ambas sonreímos, su cariño ante sus hijos es incondicional aun que no nos tuviera en su vientre a Evan y a mí nos muestra el mayor cariño como a Evan. Estaba por salir de la oficina de mi padre, pero su voz me detuvo.

-Por la mañana son las pruebas, ya te inscribimos y Winter consiguió tu identidad falsa configurando su sistema de identificación. No te reconocerán a menos que tú le digas que eres Ébano Yilmaz.

-No te decepcionare padre.

-Eso espero, Ébano. Tienes nuestra sangre y somos familia. Nosotros somos lo más valioso, recuérdalo.

Salí de la oficina encontrándome a Evan sentado en los últimos escalones de la escalera que se dirigía a mi habitación, tenía un cuchillo filoso en la mano mientras jugaba con el mirándolo con admiración y un brillo siniestro.

- ¿Te llevara Winter? - su voz sonaba apagada.

-Si, al lograr mi ingreso no volveré, me quedare viviendo en las instalaciones que ellos me den. Solo nos comunicaremos por el aparato extraño que me dio papa. Y....

Él se levantó, me observo desde su altura alzo su mano apoyándola en mi mejilla con suavidad. Nuestras miradas no tenían brillo ni cariño, solo tristeza y miedo. Jamás nos habíamos separado y el objetivo que me habían dado no era algo que durara días, no tener su compañía o contacto era doloroso. No sentiría su aroma. El no sentiría mi aroma.

-Volverás a mí, ¿Verdad? - cerré los ojos y me concentré en su voz y su tacto. Asentí suavemente con la cabeza. - ¿Sin importar que?

-Nada me impedirá volver a ti, Evan. Lo prometo.

Sentí su frente apoyada en la mia. Su pecho subía y bajaba percibía su sufrimiento. Un amor enfermizo que me confié de no caer en sus cadenas como lo había hecho el, pero las sensaciones que me recorrían a su lado, con cada contacto, palabra y acción de él me termino encadenando con más fuerzas sigilosamente hasta llegar a este punto. Esforzarme por grabar cada una de sus facciones, momentos graciosos y muestras de cariño.

El tiempo pasaba y nosotros seguíamos apoyados el uno en el otro, nuestras respiraciones se cruzaban. No poder mostrarnos más cariño por nuestra familia era una condena. Con un rápido movimiento sujeto mi muñeca, bajo los últimos dos escalones y empezó a correr libre.

- ¿A dónde me llevas? - dije mientras reía.

-Te secuestrare.

Subimos rápido las escaleras que ático, el lugar más frio, pero hermoso de la casa. Su tranquilidad era adictiva y su vista una maravilla oscura.

Con la respiración agitada de ambos caminamos dentro del ático con el techo de vidrio, el cielo estaba estrellado aún se podía apreciar la oscuridad de la noche antes de que amaneciera.

Nos sentamos en la orilla de la ventana, dejando nuestras piernas fuera de la casa. Un hermoso y preciado recuerdo de mi niñez llego a mi mente. Evan sentado en la orilla de la ventana jugando con sus delgadas piernas mientras miraba el cielo con anhelación. Tenía un moretón en el ojo por pelear con Piero.

Me había acercado a él sin hacer ruido, me senté a su lado y miré hacia el mismo punto que él. No se encontraba nada, el punto que observaba no tenía estrellas, su mirada se tornó débil con los ojos cristalizados.

- ¿Crees que soy inútil? - solo negué con la cabeza. No le quitaba la vista, no era tan unida a Evan como con Zerrin, más de una vez sentía que lo dejábamos ignorado el resto de la familia. - ¿Piensas que seré mejor que papa? ¿Podre ser un líder que le teman?

-Claro que si, Evan. Serás el mejor líder de la historia. - sostuve su mano con cariño y giro su cabeza hacia mí. - Eres capaz.

Esa noche, fría y hermosa surgió algo que no se logró controlar. Un beso que llevo a otro y otro con roces y cariño. Él tenía solo diez años y yo ocho cuando empezó un lazo fuerte entre nosotros y un secreto prohibido.

- ¿Me amas, Ébano? - Asentí con la cabeza. Se giró hacia mí, quedando enfrentados. - ¿Quieres ser mi dama?

Fruncí el ceño confundida. - No tienes el poder Evan, lo tendrá primero Zerrin.

-Lo sé, pero quiero saber la respuesta. ¿Lo serias? - se oía preocupado y desesperado.

-Sí, sería un honor para mí serlo. - ambos sonreímos hasta que nuestros labios se juntaron en un beso lleno de amor, dolor y placer. Salimos de la ventana sin despegar nuestros labios carnosos, su mano se posó en mi cintura y yo lo rodee con mi brazo. Luego de ese día especial habíamos armado un fuerte para nosotros, uno que fue modernizándose con los años hasta quedar en un largo sillón suave blanco.

Caímos juntos en el sillón sin alejarnos el uno del otro, ya no había una sensación de frio solo el calor que emanábamos los dos. Seria nuestra despedida, entrar en una fuerza militar tenía sus desafíos además de que me descubrieran, me mandarían a misiones donde podría morir y nunca volver.

Un forcejeo en la puerta nos detuvo.

-Ébano, el auto está listo. Tenemos que irnos a la central ya mismo. - Exclamo Winter desde el otro lado de la puerta.



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En el texto hay: drogas, violecia, romance accion

Editado: 28.03.2021

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