Horas después.
Ébano.
-Tengo una resaca de la ostia. – se levantó adormilada la rubia, me acerque a ella con la bebida especial que le preparo Leticia para la resaca.
-Toma, lo dejo tu amiga para los dolores de cabeza.
-Eres una increíble tía. – me sonrió y sujeto la bebida verde, sin pasar un segundo más se tomó todo el líquido del vaso. Con una sonrisa tonta me la devolvió y se volvió a tirar en el sofá.
Me dirigí a mi laptop para seguir repasando la teoría que habían enviado el FMI, pero la voz de la rubia me desconcentro, hablaba con ella misma como una loca que le faltaba no un jugador, varios jugadores en la cabeza.
- ¿Acaso eres española?
-Claro, tengo lo gallega en mi sangre tía. – lo dijo burlona pero orgullosa de serlo. – lo soy, pero vivo aquí desde mi infancia, solo digo palabras que me quedan de allá.
Volví mi vista a la teoría, pero de nuevo fue interrumpida.
- ¿Haces la prueba para ingresar? – asentí con la cabeza. - ¿Crees poder ingresar?
-Estoy segura.
-Esa es la actitud. ¿Cómo fue tu introducción con el capitán y el teniente coronel? Son atractivos, ¿No es cierto? – me guiño un ojo sacándome una sonrisa.
-No fue la mejor manera de iniciar supongo.
-Chisme, me interesa. – se acomodó enfrente de mí y cruzo sus piernas preparada para que le cuente lo que me dijo el gorila y lo que me hizo hacer.
-Puede ser un bastardo cuando quiere, pero es un gran soldado y un muy buen combatiente. Todos quieren que sea Coronel. – tomo un sorbo del trago que se armó mientras le contaba lo que había sucedido.
-Pues al parecer si, lo llamaron para que analizara a un escuadrón en Dubái y por la voz de la chica, no era algo ligero de digerir.
-Espera... ¿Qué escuadrón escuchaste? – se enderezo del sofá y su voz era desesperada.
-Creo que era el escuadrón B. ¿Algún problema con ello?
-Maldita sea. – dejo la copa en la mesita de vidrio y se fue rápido a su habitación cerrando la puerta. Su actitud me dejo desconcertada... ¿Qué sucedía en Dubái y con ese escuadrón?
Sentí los pasos de la rubia acercándose, estaba vestida de civil. Saco sus llaves, campera y abrió la puerta decidida.
- ¿A dónde vas son las 1 de la madrugada? – la seguí hasta la escalera, pero ella baja deprisa.
- ¡Ese malnacido me va a escuchar, ¿Entras?!
Sin pensar en demasía, saqué mi campera y la seguí escalera abajo. Subimos a un Lamborghini gris, mis ojos no podían ante tanta majestuosidad de automóvil.
-Sube, mi bebe nos llevara con ese idiota narcisista. – con emoción hice caso a la rubia con elegante auto. El rugido del motor solo incrementaba mi deseo por este auto. Acelero, ingresando en la ruta.
-Que mal educada soy. – me ofreció la mano presentándose. – Soy Micah Moreno. Tengo el rango de teniente. – me dio una sonrisa cálida, pero solo le estreche la mano.
Luego de unos minutos llegamos a unos departamentos lujosos, ella bajo con más cólera que antes mientras que a mí me dolía dejar la silla de cuero tan cómoda. Toco con fuerza la puerta sin parar hasta que lo recibió el Teniente coronel en...
- ¿Qué te pasa maldita loca? – dice claramente enojado.
- ¿¡Quién te crees para no decirme sobre lo que está pasando en Dubái, donde está mi amiga y una de nuestras mejores soldados? – entro a la casa mientras que yo solo observaba desde la puerta intentando no mirar para abajo.
-No es tu incumbencia esa misión, teniente. – su tranquilidad solo tensionaba más el ambiente e intensificaba el enojo de la rubia que tenía un carácter bastante pesado cuando se enojaba.
-Vete a poner un estúpido pantalón a nadie le interesa verte en bóxer. – señalo hacia el pasillo y con una sonrisa traviesa obedeció el gorila. – y dile a esa mujer que se vaya, no tendrá noche loca hoy.
Con la confianza más grande del mundo se acostó en el inmenso sofá, sacándose los zapatos y dejando tirada la campera. Ella se comportaba como si fuera su casa. Una chica alta pelirroja despampanante salió de mala gana con el vestido corto carmesí. Miro con rencor a la rubia y se fue del departamento.
- ¿Quieres algo de comer? – me pregunta relajada. Solo negué con la cabeza. – pues, yo sí. ¡Marta!
Una señora mayor dulce se acercó esperando la petición de la que parecía ahora la dueña del departamento.
- ¿Sobro algo de la cena? – ella asintió. - ¡Genial! Prepare tres platos, comerá conmigo y Klein.
-Pero señorita, usted sabe que-
-No, le di una orden. Cúmplala. – le sonrió y la señora mayor también yéndose a traer la comida. Apareció Klein con dos carpetas y con ropa de civil.
-Aquí tienes chiflada. – le arrojo bruscamente las carpetas a la cara. Seria abrió la carpeta leyendo el informe. El gorila solo aparto una silla y se sentó en el. Me acerque al ventanal inmenso que tenía, la ciudad se veía con todo su esplendor, la oscura noche dejaba detallar cada luz brillante de la ciudad, edificios, autos, postes y personas caminando, no era una ciudad fantasma de noche, vivía en el día, pero en la oscuridad revivía con más fuerzas que nunca, las personas se renovaban y eran quienes realmente querían ser. Pero esa tranquilidad se esfumo cuando hablo Micah.
-Aquí dice que consiguieron la información que requerían sobre el traficante. – el solo asintió irritante. - ¿Por qué no vuelve? Cumplió con su objetivo, tiene que retirarse.
-Ella decidió que se quedarían un poco más.
- ¿Autorizaste que fuera a una misión de vida o muerte con simplemente novatos? Esto es mandarla a la boca del lobo sin protección. – tiro las carpetas en la mesa y se levantó con furia. - ¿¡Donde esta nuestro futuro coronel!?
-Ella lo eligió, fue por voluntad propia. Si muere no será un homicidio ella se suicidó al sugerir esos términos. – se levantó y enfrento a la rubia, la sirvienta llego con los platos, pero al ver la escena simplemente volvió sus pasos. – Tiene una semana. Si no consigue nada más, se retirará.