Yo soy aquel admirante
que un día te dijo te amo,
que desde que soy un infante
sueña verse en tus brazos,
y beberme beso a beso,
el néctar de tus dulces labios.
Para el amor no hay edad,
no hay nada que sea prohibido,
basta con la voluntad
de tu corazón y el mío.
Cuando el amor es sincero
y además correspondido,
con solo escuchar tu voz
se aceleran los latidos
de este loco corazón,
que por ti sigue encendido
y que se quiere apagar en tu manantial prohibido,
porque después de esta vida
todo queda en el olvido,
del esplendor y la gloria
del amor y del cariño,
pues solo el recuerdo queda
de lo que algún día fuimos.