Adiós señora bonita, regálame, aunque sea una mirada,
y para no hablar en vano, también una sonrisita
de tus labios delicados, de tu cara tan bonita,
que me tiene embelesado y por nada se me quita,
el querer besar tus labios y acariciarte todita,
y llevarte a las estrellas en un viaje de visita,
como en los cuentos de hada o el poema A Margarita,
que escribió Rubén Darío el mayor poeta Nica.