Qué triste pinta la aurora
no más al rallar el alba,
es que se ha quedado sola,
sin rosas, sin amapolas que su belleza engalanan.
De los nardos y los lirios y el perfume de gardenia
que adornaban este sitio, de eso apenas quedan señas.
Se han ido las mariposas pintadas de mil colores,
y el colibrí malandrín pinchando todas las flores.
Se ha marchitado el jardín en la espera de su amada,
la princesa Margarita… que con amor lo regaba,
siempre en cada mañanita entonando una alabanza,
con todos los pajaritos que al Señor también le cantan,
por la aurora que ha nacido, por el sol que se levanta.
Pero se ha quedado solo, margarita ya no canta,
como el jardín y las rosas, está muriendo su alma,
por el amor de Fabián, el príncipe que ella ama,
pronto se iban a casar, pero rompieron alianzas,
sus padres: el rey Azuero y el otro el rey de Francia,
por cosas que yo no entiendo, que ellos le llaman venganza,
rompieron estos anhelos y han marchitado sus almas,
por eso al amanecer Margarita ya no canta.