Qué es sino la forma más elevada que tiene el ser humano para ahondar en las profundidades de aquello que guarda la mente; ese elemento puro y distintivo que permite al hombre avanzar y liberarse de las cadenas más fuertes que atan a todos los seres vivos, las cadenas del actuar instintivo, de la vida pragmática, del comportamiento programado en cada ser por el dictamen del universo mismo.
Es entonces la introspección y la búsqueda de la conciencia aquel espacio donde el humano crea la singularidad, ese lugar donde las cadenas del universo desaparecen y el mismo universo puede existir, cambiar, desaparecer o evolucionar sin preocuparse por quebrantar el estricto régimen de leyes que sustentan su propia existencia.
Somos entonces los humanos con la capacidad de la introspección la ventana que le permite al universo encontrar la incertidumbre y la libertad verdadera; para este ente que carga con un sinfín de reglas, así como Eones en su vida, un grupo de simios desarrollados con una capacidad trascendental ubicados en un punto azul pálido en el espacio, son valiosos.