Después de la profecía,
aquellas personas aturdidas,
intentaban decidir qué hacer,
todas soluciones diferentes.
Unas indicaban la ejecución,
de aquella criatura,
para evitar la profecía,
de aquel viejo druida.
La intriga del rey,
era incontenible,
vociferó entonces, que la niña,
bajo su brazo cuidaría.
Deirdre, el nombre de la pupila,
una vez nacida,
la única que adormila,
el gran rey que la cuida.
El sentido del nombre,
acertado como ningún otro,
“dolor” como de costumbre,
en lengua de otro tiempo.
A una vieja cabaña,
acompañada de una dulce nodriza,
donde sería criada,
para una vez alcanzada, la edad necesaria,
podría desposarse, con el rey incurable.