Leí su voz y la hoz
marcaba mi frente
frente a mis lagos.
Veía a mi sombra
eclipsar dolor en mi piel
bajo la fluida y sombría corriente
que la luna encendía.
Melodía sobra
sobre lo que, como miel,
debajo corría y ocurría inconsciente,
la cascada que caía.
Huía quien nombra
en sobres, cielo infiel,
del que dolía y moría internamente
en la helada agonía.
Hundía mi obra
al colapsar lleno de hiel
mientras abría la herida de mi mente
al mar que crujía.
Leí su voz y la hoz
marcaba mi frente
frente a mis lagos.