Te escribo en el silencio de esta noche infinita. Con cada palabra se alarga la herida maldita.
Te siento cerca, aunque el mundo nos limita.
Como si el amor fuera una promesa marchita.
Quiero aferrarme a ti, pero el tiempo me lo impide.
Nuestro lazo es fuerte, pero el destino es quien decide.
Aunque luchemos, el vacío se agranda y divide.
Y el dolor es el único que en esta guerra se mide.
Nuestros caminos corren paralelos y distantes.
Como dos estrellas que son a la vez amantes.
Pero que nunca se tocan, solo viven errantes.
Anhelando un beso entre sus luces vibrantes.
Aún así, en mi pecho tu recuerdo arde.
Aunque el olvido en sus sombras nos guarde.
Seremos la llama que el tiempo no apague.
El eco infinito que en la eternidad arde.