Quisiera dejar que mi corazón vuelva a latir sin miedo ni prisas.
Pero cada cicatriz me recuerda las veces que el dolor me hizo trizas.
Me pregunto si aún queda en mí el valor para confiar sin reparos.
Aunque el temor a volver a caer me detiene, me amarra los pasos claros.
El amor me parece un lugar al que ya no sé cómo llegar.
Las primeras miradas, los suspiros, todo eso parece tan lejos de alcanzar.
¿Cómo volver a sentir esa chispa, esa magia que una vez me invadió.
Si la sombra de lo que fue me persigue y en cada intento me frenó?
No es que no quiera abrirme, ni dejar que otro alma me vuelva a tocar.
Es que no sé cómo volver a caminar por el sendero del amar.
Mi pecho quiere volar de nuevo, pero algo me dice que aún no estoy listo.
¿Y si de nuevo el amor se convierte en el puñal que jamás quise visto?
Recuerdo los comienzos, las risas, esa ligereza que trae el afecto.
Pero ahora todo parece un espejismo, y mi miedo es el único arquitecto.
¿Por qué es tan difícil soltar, volver a confiar en lo que ya fue una vez?
Me duele admitir que el temor me domina, que me impide querer otra vez.
Quizá algún día encuentre la forma de dejar de pensar en lo que pasará.
Y simplemente me entregue al misterio de lo que el futuro ofrecerá.
Pero mientras tanto, sigo en esta lucha entre querer y temer a la vez.
Deseando que un día el miedo se disuelva, y el amor me encuentre otra vez.