Los días no varían por ser un presente o un porvenir
Estaba en ese añoso campo en que acaece minucia
Efebos retozaban en la vía sin congoja que se les apoderase.
Pender por un leñazo abismal fue tirada a un sueño fúlgido
Pequeñas pibas boyaban sobre la superficie,
Pequeñas niñas que retozaban como hadas al poder del majo lago,
Mas la injerencia de inéditos pasajeros zanjarían con su primor.
En tanto oscurecía impecables colores exornaban el cielo
Los luceros se movían en el profundo ponto
Había magnos edificios ya negligentes
Un porte esplendido ante la luz del vasto astro.
Era el séptimo día más aun nada estaba perdido
Era el séptimo día en que todo será recuperado
Los fanales sonaron a sus oídos y todos cayeron dormidos
No es nada particular, estaban en la tierra errante.
Los grillos cantaban a la presteza de las luciérnagas
Oscilaban en el éter y el formidable universo se disipo
Era como una hoja movida con el céfiro.
Un nuevo viajero espetaba las aguas
Una oscuridad que llegaba cada siete días
El espectro que aprehendía el puente
Por el lago que opacaba su belleza.
Un mundo utópico,
Nadie podría ser tocado pero tampoco podría tocar
Ver la certeza que sus sueños habían creado
Ver los secretos que aún estaban preservados.