Vida, dulce amar

Amor mío, ven conmigo, quédate hoy a cenar.

Mi corazón no es mío y ya jamás lo será.

Tú eres la ladrona que me lo robó, pero una vez se quita... Quédatelo.

Si vas a devolvérmelo no lo quiero. Si ella que te espera sigue esperando, y tú aquí conmigo rimando. Dejemos las cosas así, no quiero que sigas llorando.

No te vayas, no me dejes, no hagas que ruegue por un poquito de tu atención. Eso sería maligno y nada santo de mi devoción.

Puede que no tenga sentido, pero si algo he aprendido, es que contigo todo se puede. El amor, la guerra, mi fuerte.

Eres el motor por el que vive mi vida, las trece razones por las que sigo viva. No hagas que nuestra historia llegue a su fin, porque invocare a Lucifer para lucir feliz.

Créeme cuando te digo que si te vas volveré. Volveré a por ti, para que me hagas feliz. Ya no puedo dejarte marchar. Eres mi marcha, la razón por la que no me marcho.

Miedo a perderte, miedo de no tenerte. De que estés con otra, de tentar a la suerte.

Una rosa encerrada en un libro, esperando a un príncipe que ya se lo ha leído.

Una princesa encerrada, con la llave de la puerta debajo de la almohada.

Una hada madrina sin magia, un dragón sin escamas, un guerrero sin espada...

...tú, yo, la nada.

Una lágrima cayendo en la arena un día de lluvia, una ola que la arrastras con todas las emociones que en ella empatan.

La lágrima de una chica que perdió a su media naranja, el rumbo de su vida, la vida misma.

Un espíritu que vaga si cesar, cambiando su ruta de tierra a mar. De cielo a infierno, de blanco a negro. Un día te quiero pero al otro te dejo.

Rota, sola, como una hoja seca a la que acaban de pisa. Una niña perdida en algún lugar.

Preocupación, angustia, malestar. Tres emociones que en mí puedes encontrar. Solo con este poema yo te acabo de contar, que fue de mi vida, mi historia, mi amar.