Día 1:
La última semana de mi vida y he decidido malgastarla en cosas preparar. Pero de cualquier modo, hacer todo esto por mi gato lo vale, él aún merece caminar. Sobre todo después de que durante años haberse comido las ratas de mi vida.
Hoy le fui a comprar comida de más, la cual pronto será de menos. Pero he de suponer que esto será más que suficiente para su nuevo dueño. Le he comprado su comida favorita, una tuna de alta calidad, después de todo, él merece una vida de la mejor calidad.
Día 2:
Anoche tarde me dormí y hoy tarde desperté, algo que desde mis años mozos nunca había hecho otra vez. Leí libros cortos y poemas hasta el amanecer, esperanza me dieron en el mundo, más ya me he decidido, nada más moriré.
Yo hubiese podido dormir hasta las 2 de la tarde, si no fuese por mi cazador, que ahuyento a toda rata que cubriese mis ojos. Y aun y si su suave pelaje pude sentir, no negaré que morir de hambre es una buena manera de partir.
Día 3:
Hoy de mi trabajo me despidieron, o más bien hice que de mi trabajo me despidieran. Un mes llevó que no voy o que presentase una hebra de mi melena. Igualmente, a esa pocilga elegante no he querido regresar, ¿Para qué estar entre todos esos animales con traje, si de cualquier forma todo lo voy a terminar? De lo único que me regocijo es mi dulce pensión. ¡Qué buen dinero que me han pagado! Sé que buen uso le daré en mi futuro distorsionado.
Día 4:
Hoy de nuevo no podía ni me quería levantar, esas malditas ratas estaban por doquier, pero yo nunca las he podido atrapar o matar igualmente. Y mi valiente cazador, mi dulce gato dormido se quedó, y si no hasta dos horas más tarde el dormilón se levantó. Y a cambio de, otra vez, a mis ratas matar, el guerrero su comida pudo reclamar.
Momentos después, y por medio de mi teléfono, mi hermana me llamó. Alegre y coqueta ella mi día ilumino. La jovencita siempre decía que material de poeta he de tener, más yo, un ciego de emoción, no he podido comprender.
Mi alegría era el dinero, cosa que la poesía nunca me dio. Con los dos dólares que mi prosa inútil ya dejo, mi alma vacía se ha quedado. Por eso, y recalcó, que lo único que de mi trabajo agradeceré, será la buena paga que en un momento deje de obtener.
Día 5:
Dos días para irme, prácticamente uno, ya que con el primer rayo de sol este mundo me habré mudado. Pero, al leer de nuevo este cuaderno que con mis penas he llenado, mi hermana ha tenido la razón, poemas yo he generado. Aunque igualmente dudo de su veracidad, yo pienso, en cambio, que el autor es mi infelicidad.
Pero tampoco puedo negar que mi gato me tuvo que ir a abrazar, porque mientras leía mi obra comencé a llorar. Y solo deseo una cosa ahora con mi gato en brazos, que mi querido también quiera tanto a su nuevo amo.
Día 6:
Hoy me despido de mi amigo, "Gato", el cual desde cría he cuidado. Y ustedes no juzguen el nombre de mi gato, Aunque de cualquier forma, es mi deseo que su nuevo dueño le ponga un nombre digno a mi siempre amado Gato. Ahora he de partir y entregar a Gato, y luego de entregar a mi felino amigo, he de preparar el final de mi acto.
Día 7:
Para este punto hubiese tenido que estar presentado, pero mejor ahora que nunca, ese siempre ha sido mi pecado. Soy José Mirra, con 35 años de miseria, una prisión de apartamento, esclavo de un buen trabajo, y mediocre compañero de mi Gato.
También he tenido una hermana, Ramona Mirra, a quién dejo 500 mil dólares guardados, para que su futuro sea para algo. Y aun, casi muerto dos cosas quiero decir, para que mi ida no sea tan vacía ni mi vida a nadie tenga que confundir.
Pido que en mi funeral no lloren, pero que bailen y canten, váyanse pronto, que los muertos no lloran su muerte. Y mi segundo deseo, un deseo más bien dirigido a mi Dios, hoy pido yo que con mi ida una vida mejor haya de nacer, y que con mi vida todas mis ratas han de desaparecer.