A mi hijo Mateo.
– Padre, una grieta cerca a la ventana. –
Me dijo.
Ya hace tres años o, tres años y medio el bicho de la escritura entro en mi cabeza.
"«Siempre he sentido interés por la lectura»”
sin preferencia especial por algún tema o, libro. De joven recuerdo, luego de una crisis respiratoria; despierto en la madrugada por los medicamentos que afectaron mi sueño.
comencé a escribir la historia de un monstruo gigante, parecido a un (triceratops). De tres o mas cuernos, y una armadura muy resistente y fuerte, que destruía edificios con la facilidad con que un pequeño derrumba un castillo de arena.
El animal estaba furioso por perder a su familia, y la buscaba por todos los lugares enfurecido Sin encontrar respuestas.
su violencia iba en aumento a medida que pasaba el tiempo.
(Mi primera y, única crítica en ese lapsus de inspiración fué mi madre)
que pronunció entusiasmada:
--¡ hummm amor, que dibujo tan lindo! --
"contestó", tomando las hojas de tebeos en sus manos.
El monstruo de tres o más cuernos, y cuerpo robusto había atrapado toda su atención. Las palabras allí escritas habían quedado destrozadas por los cuernos poderosos de aquel animal enfurecido.
Me entrego las hojas en un rápido gesto de manos, y siguió su camino hacia la alcoba.
“Espero. que en este breve relato las palabras sean más poderosas que el monstruo de tres o más cuernos”.
En aquel tiempo de febrero, iniciando marzo, una fuerte lluvia caía en todo el lugar, y las gotas parecían pequeños soldados atacando a su enemigo con furia, Golpeando todo a su paso.
La noche era más oscura que las demás noches. yo. veía los pequeños rayos de luz que iluminaban mi cuarto con cada relámpago. Cerca de la puerta de la alcoba, una grieta de casi treinta o, treinta y cinco centímetros, dejaba ver su figura de « rayo deforme».
estuvo siempre allí, sin nunca notar su presencia hasta aquella noche.
El tic tac del reloj en la pared, me advierte con un sonido cada vez más agudo que no he conciliado el sueño. La pasta negra y brillante del reloj con adornos de acero plateado le dan un aspecto sombrío.
Las luces resplandecientes parecen que terminarán absorbidas en la grieta. La tormenta duró, unos treinta o, treinta y cinco minutos más. no recuerdo muy bien. Me quedé dormido abrazando la almohada. Al día siguiente no paso nada; Tampoco el día que le siguió a este. Solo fue hasta la tercer noche después del día, que las cosas comenzaron a cambiar.
La tormenta arreciaba como en días anteriores, los relámpagos iluminando la alcoba. Millones de litros de agua caían; como si Dios hubiera dejado abierto el retrete del cielo. Los destellos de luz comenzaron a quedarse unos segundos más en el cuarto perdiéndose en la grieta; Alimentando una diminuta luz del tamaño de una chispa de encendedor dentro de ella.
Hale, despacio la cobija de lana a cuadros, que cubría mi cuerpo, hasta llevarla a la mitad de mi rostro dejando al descubierto mis ojos, que eran los únicos testigos de todo lo que estaba ocurriendo.
(Si mi madre en esa época hubiera sabido que la «lana» para un asmático, es como la «criptonita» para súperman).
creo haber parpadeado unas cinco veses, en un lapso de tiempo relativamente largo.
Algo ocurría ahí dentro, algo se estaba formando y, yo lo sabía; pero no lo aceptaba.
(Creo que de joven, tu mirada racional es diferente. El mundo es más limpio y, fantástico).
La chispa de encendedor se fue transformando en “ luz azul celeste” del tamaño de una canica. Tenía pequeñas oscilaciones resplandecientes. Que comenzaron iluminando la grieta de «rayo deforme» y fue creciendo , y creciendo. y ....... Creciendo. comenzó a tomar forma con extremidades alargadas afiladas, su cabeza del tamaño de una pelota de béisbol de color azul brillante, se movía alrededor de la alcoba. observando sin ojos, Toda su figura era azul.
Y sus movientos pausados apenas entendiendo su forma. Comenzó a bajar adherido a la pared ; no sabía si me observaba, me olía, o sentía mi calor
(como lo hacen algunos animales que no ven, y sienten las radiaciones de calor).
Por un momento creí que todo era un sueño.
¡Y no!
No lo era.
-- ¿Que eres?--
Pregunté en voz baja. Volteó lo que parecía ser su cabeza de color azul, hacia el lado izquierdo, luego hacía el derecho, diciendo:
¿ que res?
Su voz era casi electrónica y aguda. Todo en el cuarto, estaba iluminado por esta energia extraña. El televisor se encendió sólo, formando una imagen de interferencia y sonidos desagradables.
( Millones de puntos blancos se mueven alrededor de una pantalla negra).
La voz de mi madre se escuchó en el pasillo,
¡y esto!
lo que sea que fuere, se escabullo en la grieta, como un roedor en peligro.
Mi madre halo la puerta, y me miró con esos ojos que solo miran las madres.
-- Descansa hijo, te amo. --
Pronunció con amor verdadero cerrando la puerta.
Yo sabía que allí estaba éso, y compartimos el cuarto que alguna vez fue mío.
Apreté los ojos con todas mis fuerzas, mientras escuchaba las pisadas de mi madre alejarse de mi cuarto.
Solo quería darme cuenta que todo ésto, no estaba pasando. Y por un momento lo pensé. Abrí los ojos y, el cuarto estaba oscuro y tranquilo. «Mi mente, había aceptado una verdad que sabía que era falsa».
Por varios días y, noches, la normalidad volvió a mi hogar. A pesar de todo sabía que allí estaba y, solo esperaba el momento precisó para salir.
¡Y ocurrió!
Comenzaba a oscurecer ese día de viernes. El cansancio y el disgusto se notaban en mi rostro. Un día pesado en el aula clases y, el profesor de matemáticas me había reprobado.
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Editado: 10.12.2023