Decías que no te molestaba estar sola, pero eso no era verdad.
Era lo que te hacías, y hacías creer al resto; la realidad es que te ardían los ojos por vivir algo como lo que los demás vivían. Jamás lo admitirías; nadie iba a saberlo, estando sola te dolería, y en compañía no lo confesarías.
Eras fuerte, independiente, libre, pero sola...
No necesitabas a nadie, eso era debilidad. No ibas a permitir que alguien viera esa parte tuya. Autosaboteamiento, rechazo y burla hacia cualquiera que te dedicara lindas palabras, su tiempo o atención. La creencia de que no lo merecías estaba muy arraigada en tu interior. Y de ese modo, al quedarte sola confimarías esa idea, no eras digna de nadie, ese tipo de felicidad no era para vos. Que los demás lo fueran... pero vos no.