Mi cólera se desangra
engendrando una soledad que enloquece
ante mi pétreo dolor que sangra
que muere y se oscurece.
Nunca las sombras nefastas
de mis inquietos afanes
lloraron ante tus entusiastas
y fugaces desmanes.
El tiempo esquila las horas,
mientras las tristezas, con risas mustias,
se apresuran a ocultarse evocadoras
a la sombra de mis angustias.
Necesito llenarme de la luz de tus labios
y quemarme en la flor de tus manos;
necesito deshojarme al pie de tu flora
dentro de tu rubia y persistente aurora.