Tu amistad
es miel de ternura,
pero la tempestad
de la mesura envenena su dulzura.
Quiero ser canción en tu alma,
pero el silencio de los ocasos
eleva en tí la calma
y en mi los fracasos.
Me asombra
que en verano
siga buscando tu sombra
para no ser lejano.
Ahora, quizás, solo me queda
cultivar una rosa blanca
con la esperanza de que suceda
que mi memoria te envuelva en seda.