Ceñir con los brazos
tu amor en pedazos
solo trae fugitivas sombras
que ufana no nombras.
Ahora tu imagen vana
levanta su vista
tornándose cercana,
pero solo es ausencia pesimista.
Supuse, erróneamente,
que tu alma no era despiadada,
sino idóneamente
vinculada y delicada.
Ahora entiendo
que la vida
no es lo que comprendo;
la vida es una pérdida herida.
Tendré que quebrar
tu ausencia terrible
en el ocaso y sin llorar,
para aprender que existe lo ineludible.