I

KATARINA

Mis pies tocaban el asfalto crudo de la calle y podía sentir la sensación de libertad que se extendía a mi alrededor cada vez que tomaba tragos exagerados del frío aire de la noche, lejos de sentir el sentimiento de ahogo constante que había vivido por los últimos doce meses, me sentía eufórica, al fin estaba afuera.

Me sentía cegada, cargada de adrenalina y cada paso que daba mientras corría me llenaba de una sensación que hace mucho tiempo había dejado de sentir. Corrí pensando en que podría seguir haciéndolo hasta que no existiese nada a mi alrededor, y así lo hice.

Mis zapatillas viejas de nailon estaban todas rotas, de modo que podía sentir la maleza que raspaba mis tobillos y marchaba parte de mi uniforme de prisionera, aquel gris enfermizo que había llevado todos los días desde hacía un año. Corrí durante mucho tiempo, pero aún así, nunca se sentía suficiente.
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Luego de correr durante varios minutos, frené en seco y me dejé caer ante un árbol de grandes y viejas raíces que sobresalían de la tierra, mi corazón nunca había latido tan fuerte en mis veintitrés años de vida, de modo que tomé aire lentamente mientras la oscuridad se cernia sobre mi. Todavía podía escuchar las sirenas de los autos de policía a una distancia lejana, buscandonos.
De pronto mi mente supo hacerme recordar a todos mis compañeros que habían escapado conmigo, entre ellos mi ex novio, Dawson. Por un momento sentí un atisbo de culpa por haberlo dejado atrás, pero mi mente rápidamente lo sustituyó, me había forzado a mi misma toda mi vida a sentir algo de pena por las desgracias que le causaba a los demás, pero esa noche no habría nada de ello. La adrenalina que recorría mis venas como una droga me dejaba extasiada y de pronto, antes de comenzar a correr de nuevo, hice algo que quizá no tendría sentido alguno.

Estallé en carcajadas. Al fin me sentía viva.

DAWSON

No podía creerlo, no me sentía así de nervioso hace mucho tiempo, el aire de la noche de invierno helado me daba de lleno contra la cara y si pudiese tomarme unos minutos para gritar desesperadamente, lo haría. Alex me miró mientras corríamos hacía la camioneta negra y me recordó a mi hermano, "al fin" pensé, capaz tendría la posibilidad de ver a mi familia de nuevo, después de tanto tiempo encerrado en una celda minúscula, de cuatro paredes de ladrillos grandes y grises, los cuales había estado estudiando durante mucho tiempo antes de escapar.

En el corto lapso de tiempo en el cual nos dirigiamos hacia la camioneta que nos sacaría del peligro inminente que era ser encontrados, mi mente proyectó fugazmente una serie de recuerdos de mi último año. Casi un año entero en prisión, imágenes de violaciones, golpizas, lamentos y planificación, imágenes que nunca se borrarían de mi mente, que habían constituido una nueva identidad dentro de mi cabeza, que estarían allí hasta el final de mis días.

El pelo rubio de Demon se sacudió por los aires mientras abrió la puerta deslizante de la camioneta y todos nos subimos dentro de ella. Me senté  en el asiento de adelante mientras que Brown manejaba, miré por el espejo retrovisor y suspiré. Gracias al universo, no había ninguna patrulla siguiéndonos de camino por la ruta 34, aunque no todo era de color rosa, aún podía escuchar las sirenas a lo lejos, lo cuál significaba que no estaban tan lejos de nosotros como yo creía. Teníamos que escapar muy rápido.

Brown giró el volante con un brusco movimiento y la camioneta frenó frente a un gran descampado, todos nos deslizamos fuera de ella y divisé a lo lejos un helicóptero imponente que nos esperaba, sólo podía sentir alivio al ver la cara de una persona en ese momento, así que dejé que los demás me pasaran y esperé a los últimos tres que venían corriendo, pero no había rastro de Kat por ninguna parte.

─¿Dónde está Katarina?!─Pregunté confundido a Thomas.

Él me miró, con una mirada que mostraba pena y me contestó.

─Katarina nunca vino con nosotros, Dawson.

Mi cabeza quedó en blanco y dejé de correr, esa maldita chica me había causado más problemas de lo que podía imaginar en mi vida entera. Mi mundo durante el último año se había reducido a planificar, esperar y pelear para salir de prisión. Pero Katarina, además de ser la razón por la que me encontraba ahí dentro, era la mente maestra de nuestro plan, y nos había abandonado. ¿Así como así?. Odio llenó mis terminaciones nerviosas hasta que fue reemplazado por color negro, por la absoluta nada.
Me había desmayado.