Izuku Midoriya, joven policía que debía trabajar en cubierto en una cafetería mientras investigaba a un sospechoso que recurría al lugar.
Su jefe había hablado con la dueña del lugar y explícado la situación que ponía en peligro tanto al lugar como las personas que llegaban. Dando así por hecho que alguien debía pasar encubierto como un trabajador del lugar.
La mujer había entendido bastante rápido y había ayudado con la elaboración de varios planes dada alguna situación.
Debido a las circunstancias y que casi todo el personal estaba siendo ocupado, el elegido fue él. No se opuso, pues su deber era cuidar a todas aquellas personas y si trabajar de encubierto en un lugar aseguraba el bienestar de muchos, él lo haría gustoso.
Todo el personal del lugar sabía de las condiciones, debido a esto tomaron medidas de seguridad, por si las dudas. No fue sorpresa para nadie la llegada de él y un hombre más.
Se habían adaptado a la rutina del lugar bastante rápido, hacían sus deberes con un poco de rapidez pero sin llegar a parecer unos locos desesperados.
Concluida la primera semana, tenían a 10 personas en la lista negra. Personas que vestían con algún accesorio capaz de cubrirle el rostro o parte de este.
Esto no quería decir que sólo porque alguien cubriera su rostro ya era un sospechoso. No, no era así. Cada recurrente lo estudiaban bien, sin dejar ningún detalle fuera.
Esas personas que llagaban así, ordenaban y tomaban asiento en lugares alejados, teniendo muchos sitios despejados o en las partes del local donde no había mucha iluminación.
El hecho de que se tapaban el rostro cuando veían a algún mesero acercarse o que parecían una secta satánica si se llegaban a juntar.
El miércoles de su segunda semana, había llegado un pelicenizo que al principio le fue sospechoso, pero luego había visto que este sólo era alguien estresado o que se estresaba con facilidad.
No podía atender a la misma persona varías veces o tomar orden y entregar, debía estar en constante movimiento junto a sus compañeros de trabajo.
Todos estos estaban informados y a pesar de no ser profesionales, habían estado haciendo un esfuerzo por ayudar a los policías presentes a conseguir la información que requerían sin levantar sospechas alguna.
El hombre había llegado los días restantes a la semana, se notaba de lejos que era alguien importante, su forma de sentarse, atuendos, habla, etc.
Aun así no lo descartaba totalmente de la lista, sentía la mirada rubí del hombre sobre su persona en cada movimiento, eso solo lo alertaba más. En más de algún momento sus miradas chocaban, lo único que hacía era sonreír, debía mostrar confianza, seguridad y amistad hacia los demás.
─Ah, ese hombre no para de verte, pero debo admitir que sabe disimular muy bien ─comentó una chica castaña, trabajadora del lugar.
Ochaco Uraraka, la chica les había explicado a ambos todo lo que se hacía en el lugar, los horarios y las actividades mientras mantenía una gran sonrisa en su rostro, respondiendo a todas sus dudas sin problema alguno.
─¿Crees qué sea uno de los sospechosos? —preguntó su compañero en este trabajo, un hombre peli azul, portador de ojos derivados del color de su cabello, usaba lentes y su uniforme parecía nunca desarreglarse.
Los tres se encontraban en la barra, la castaña retirando las hojas de las libretas con sus respectivos pedidos, Izuku usando la máquina para hacer el café y el peli azul esperando a ser llamado para atender a los clientes.
—Deberíamos de tenerlo vigilado, solo por prevención —sugirió el peli azul mientras veía a sus compañeros hacer su trabajo.
—¡Sí!, yo con ustedes he aprendido que las apariencias engañan —dijo la chica, su vista ahora se dirigía de un policía hacia otro—. Por ejemplo, ¿quién diría o quién creería que este cara de ángel puede arrestar a alguien? —se preguntó, ahora señalando con la cabeza al peliverde.
Izuku soltó una pequeña risa por las cosas que soltaba la joven.
Aunque esta no se encontraba muy lejos de lo que había sido real.
El día que entró a la academia muchos le habían indicado dónde quedaban otras áreas o la salida, agradecía que lo ayudarán pero no era el caso, muy pocas personas creyeron que él quería ser policía o llegaría a serlo. Tenya no había sido la excepción; sin embargo, el hombre lo había reconocido como un oficial más, un tiempo después.
—Izuku —llamó Ochaco—, deberías actuar normal, yo no sé de estas cosas, pero si veo algo sospechoso se los diré. Tenya también te estará cuidando, ¿verdad? —preguntó ahora con su vista en el más alto.
—Claro, no debemos levantar sospechas.
—Si no quieren levantar sospechas ¿por qué mejor no hacen sus deberes y dejan de susurrar tanto?
Kyoka, una chica de cabello morado/púrpura, era otra tarabajadora del lugar. Tenía un carácter "fuerte" según muchos pero no llegaba a ser tan estricta como Tenya, solo que tenía mal humor casi todo el tiempo, sin duda alguna, la chica era agradable una vez que ya tenía confianza.
—¡Sí! —se escuchó al unísono.
No había pasado desapercibido un hombre en la esquina de la cafetería, siempre tenía una máscara con diseño de pico y cuando tomaba algo se cubría el rostro con alguna libreta o panfleto.
Atendiendo cliente tras cliente hasta ver al cenizo junto a otro rubio "hablando" porque era más sarcasmo de uno y diversión de otro.
No negaría el hecho que el hombre le había atraído bastante a simple vista, pero si trataba mal a otros lo mejor sería mantener una distancia prudente, pues tenía su trabajo y debía cuidar de otros.
Llegó a la mesa donde se encontraban los tipos y entregó la orden al de ojos rubí— Bien, aquí está su pedido —comentó mientras entregaba el café, se avergonzó un poco por interrumpir, pero habló antes de poder disculrparse—. Oh, bienvenido, ¿ya tiene su orden lista o desea más tiempo? —preguntó al portador de un rayo en su cabello.