Avergonzada y un tanto impresionada me dirijo hacia mi asiento sin dejar de ver a Larry ¿Cómo un idiota puede cambiar tan drásticamente? Por lo que puedo notar su cabello volvió a ser castaño; digo volvió porque supongo que ese es su color original, también rebajó su flequillo y se quito los pircings... no es suficiente, parece una persona completamente diferente al idiota de ayer; ahora sí parece gente. Bromee, supongo que estoy siendo muy mala ¿no?
Un vago reflejo de Larry se proyecto en la ventana, me está mirando, lo detallo y noto un rastro de curiosidad en su mirada ¿querrá decirme algo? Ahora que lo pienso ¿tenía los ojos verdes?, es decir, no había notado ese pequeño detalle; y eso que varias veces me acribilló con la mirada. Lo mire de reojo, por puro impulso. Me miró mal, supongo que cambio por fuera, pero por dentro sigue igual de podrido. A mi alrededor hay una gran conmoción, miles de miradas lujuriosas se encuentran posadas sobre la persona junto a mí, tontas ¡ayer no pensaban lo mismo! Vaya que son vanidosas.
Ya distraída con el paisaje lleno de arboles y soledad y ya pasada la impresión, veo como colocan algo sobre mi pupitre. ¿Un papel? Lo agarro y examino; tiene algo escrito en el. Pero la pregunta del millón es: ¿Qué carajos es esto?, digo, no soy del tipo que en plena clase intercambia papeles con los amigos—los cuales no tengo—, se que casi no presto atención a clases... ¡pero intercambiar notas es otro nivel!
— ¿Qué es esto?— Pregunte mirando alrededor.
Larry llama mi atención —por las señas que hacia—hace una mueca respectiva que indica silencio. ¿Fue él?, ¡maldito infantil!, ¡está peor que los mocosos que tocan la ventana! Ruedo los ojos y abro el papel, evitando que la profesora lo vea, por alguna extraña razón siento que soy cómplice de un crimen o algo así. Un cosquilleo leve nació dentro de mí. Contuve una sonrisa.
"¿Feliz?". Es lo único que dice el papel.
¿Qué clase de estupidez es esta?, es decir, ¿cuántos años tiene? Lo miro con asco, respondo y le reenvió el papel. No hago esto desde primaria, un mal recuerdo pasó fugazmente por mi cabeza. La sacudí levemente, este idiota solo me hace pensar cosas innecesarias.
[¿Cuántos años tienes?]
Pone nuevamente el papel sobre mi escritorio, pensé que esto se detendría. Lo mire mal y el devolvió.
[Eso no responde a mi pregunta]
[De hecho me da igual, aunque ahora pareces gente]
[¿¡Cómo!? Perdona por no ser igual que tú.]
[Acabas de decir una estupidez, aunque me sorprende tu ortografía]
[¿?]
[No podemos ser iguales, yo soy mujer y tu hombre]
Pude ver de reojo, como su blanca piel se puso levemente roja. Idiota ¿Cómo se pudo sonrojar con una broma de tan mal gusto? Suelto una leve risa burlona.
[¿¡De qué te ríes!?]
Se apresura en mandarme el papel. La profesora nos miró fijamente por unos y tuve que simular que le prestaba atención.
[De ti ¿te diste cuenta de lo rojo que estas?]
En cuanto le mande el papel lo leyó y arrugo hasta formar una bola, se enojo el niño.
[No es verdad...]
Me sorprendió el que arrancara otra hoja, aunque está muy rayada dice cosas como: "me quiero morir" y "puta vida". Otro estúpido tirándosela de sufrido.
["El niño sufrido", ese será tu nuevo apodo ¿te gusta?]
[No me digas así, vuelvo y repito no sabes nada sobre mí. Aparte eso es algo que no te importa]
Al leer eso me ofendí.
[Si me importa ¿sabes que este tipo de cosas "suicidas"; aunque para mí son estupideces, están prohibidas en el liceo?]
Larry frunce el ceño y rompe el papel.
—Oye. ¿Te gustaría que le dijera a la profesora?—dije con altanería.
—No te atreverías—Me dedicó una mirada retadora.
— ¿No? — Le devolví la mirada— Eso lo veremos— le guiño un ojo.
No sabes con quien te metiste, niño sufrido, si me retan lo hago más rápido.
—Profesora— alce la mano. Otra vez salí del anonimato. Sonreí levemente.
— ¿Qué señorita Beckett?— pregunta la profesora, un poco molesta puesto que interrumpí su clase.
Dudo al ver los ojos de Larry a punto de salirse de sus orbitas ¡esto es trampa! Si sigue así moriré de risa, hasta puedo sentir sus ojos chocar contra mi rostro, admito que esto me hizo el día, vamos a perdonarlo por eso; esa mirada suplicante y expresiva vale oro. Aunque ahora que lo pienso perdonarlo sería algo muy estúpido ¿no?, es decir, parecería que no lo dije en serio; no quiero perder mi credibilidad frente a este idiota, ¿Qué hago?...
— ¿Señorita Beckett? —repite fastidiada, sacándome de mis pensamientos. ¡Kendall piensa!
—No entiendo ese ejercicio —finjo credulidad.
Todo el salón me volteo a ver ¡Malditos chismosos!
—Es porque todavía no lo he explicado, si fuera tan amable y esperara— dice entre dientes; claramente molesta.
¿Qué se cree esa profesora? Está claro que si me sé ese ejercicio, ¡Me sé todos! Es algo que ella debería saber mejor que yo.
—Entiendo— asentí, con una sonrisa en mis labios. Si supiera que en mi mente la estoy matando.
— ¿Qué planeabas hacer?— me susurra entre aliviado y molesto, es la primera vez que oigo algo así.
—No me subestimes—lo mire de reojo. Aja, ¿y ahora qué? — ¿Qué te parecería un trato?—propuse. Genial Kendall y ahora la gran pregunta ¿Qué trato?
— ¿Qué tipo de trato?— pregunta dudoso. Ni yo misma sé eso. Ahogué un suspiro.
— ¿Quieres que te lo diga ya?—Suelto una risa malévola, que diga que no, que diga que no...
—No, mejor en el receso—vaciló en responder ¡por fin algo me sale bien!
Coloco mis ojos en blanco fingiendo molestia y vuelvo a concentrarme en el deprimente paisaje, tengo que disimular de una u otra forma que no tengo ni la más mínima idea de lo que hago.
¿Qué trato le propondré?