Polos iguales.

¿Culpa mía?

  Mi cuerpo entero duele, lo único que logro escuchar es el "tic tac" del reloj sonar, no entiendo como ese simple sonido puede ser capaz de hacerme sentir tan miserable...

   Mi padre es bueno en esto ¿saben?; se podría decir que es un profesional. Sonreí, siempre me golpea en lugares poco visibles; para que no se note.

   Mi mente se fue de viaje al mundo de las preguntas. ¿Por qué a mí?, ¿enserio merezco esto?, ¿fue todo mi culpa? Si tan solo esas preguntas se respondieran solas. Sacudo mi cabeza y me hundo en los libros, la estúpida disculpa no se hará sola.

   Después de terminar la tarea me pregunto ¿Qué hora será?, digo, llevo como cuatro horas sentada en esta silla. Volteo para ver el reloj cerca de mi ventana; el cual marca las once con tres minutos. Trago fuerte, ¿falta una hora? ¡Dios!

   Odio este momento, este maldito momento cuando falta poco para las doce y me convertiré en calabaza ¿así se sentía cenicienta? Siento que falta una estación para bajar del expreso paraíso y descender al infierno. No, el infierno es mejor. Menos insultos. Menos tristeza. Menos culpa. Menos golpes, o por lo menos eso creo.

   El año pasado mi padre llegó borracho—como siempre—por su supuesto despecho; me golpeó ¿tanto daño le hice?, no recuerdo haber hecho nada malo, me declaro inocente de lo que me acusa. Recuerdo que después casi no me podía mover; tuve que dormir en el piso, siempre es peor cuando bebe ¿pero cómo evitarlo?, es un alcohólico empedernido.

   Sigo repitiéndome que no es mi culpa, pero... ¿enserio no soy culpable?, es decir, según yo no lo soy, pero mi padre lo repite tanto, que ya no sé ni que creer.

   Mi mente da vueltas ¿no se cansa?, Kendall, nada de esto es tu culpa ¿sí? Solo créelo, aunque sea mentira. Mi padre no está en casa, seguramente fue a beber,"¡Qué raro!" Lo único bueno de su vicio es que paso la mayoría del tiempo sola, aunque no se considera bueno, esa soledad es un juego de tortura mental pensando en el "¿Cuándo llegara?"

   Quiero bañarme.

   En la ducha, comienza mi interrogatorio anual; lo sabía, en momentos como este la auto tortura es la mejor opción. ¿Fue mi culpa?, ¿yo lo provoque?, ¿Qué gane con arriesgar mi vida?, ¿fue ese mi destino?, o... ¿era el destino de ella?, llevo siete años con las mismas preguntas en mi cabeza.

   Siempre hay una voz en mi cabeza; la cual siempre me dice que <si>.Si, fue mi culpa, si lo provoque, si todo, pero no responde la pregunta que me intriga más ¿fue mi destino?, digo, quiero creer que solo estuve en el lugar y momento equivocado, ¿Por qué no puedes simplemente responder que si fue mi destino?, ¿Qué quieres decir con ese "tal vez"? Suspire y Salí de la ducha.

   No tengo nada que hacer, y dormir ahora no es una opción. El cuerpo me sigue doliendo; más que nada el pecho, mientras me bañaba lo note un poco rosado. Suspire, supongo que mañana tendré muchos moretones.

   ¿Qué hora es?

   Son casi las dos de la mañana... ya es cuatro. Siete malditos años.

   Corrección, hoy tendré muchos moretones.

   Me voy inconscientemente a la ventana de mi cuarto; a desahogarme con el paisaje mañanero. Me distraigo con la entrada de la casa, con la esperanza de no hallar el auto de mi padre en ella, el cual, gracias a Dios no está. Suspiro aliviada —aunque no tanto—. Centro mi atención en una inesperada escena; alguien enfrente de mi casa ¿Quién será? No hay que tener dos dedos de frente para saber que no es mi padre... parece más joven y, por lo visto esta fumando ¿fumar? , ¿A esta hora?... ¿un muerto? El comentario me hace algo de gracia, me recordó a las historias de miedo de mi abuela, pero volviendo a la realidad, ¿Quién demonios fuma a esta hora?, digo, después de las diez no pongo un pie fuera de mi casa, ¿Cómo alguien —o algo—puede salir a esta hora y con esta soledad?, ¿no tiene miedo?

— ¡Oye tú! —grite desde mi ventana ¿Por qué?, ¡ni idea!

   No me escuchó, o por lo menos eso parece.

— ¡Oye!— grité más fuerte. ¡Está sordo!— ¡Oye! — Coloque mis manos alrededor de mi boca; para ampliar el sonido.

   Molesta, decido empezar a lanzarle lagunas piedras de pecera; dirigidas a su cabeza, odio que me ignoren, siempre lo hacen pero lo odio. Fallé la primera, no tengo buena puntería, intente nuevamente y logre darle ¡milagro! Pasó la mano por su cabeza, imagino que extrañado y alzó levemente el rostro, no logro ver su rostro.

— ¡Oye! — Grite, ya me duele la garganta.

   Él hizo una mueca y se volteó, ignorándome, sigo sin verle el rostro ¿Quién usa gorra de noche?, ¡este chico no es norma!, supe que era un chico por su ropa.

— ¿Qué haces allí?—pregunte un tanto molesta.

   Sigue fumando placenteramente; ignorándome por completo, creo que es la primera vez que me enojo con un completo extraño... "un completo extraño", ¿Por qué no se me ocurrió eso?, ¡soy una idiota!

— ¡O te vas o llamo a la policía!— grite, sabiendo que se marcharía.

   Seguramente se va a ir, o por lo menos eso espero.

   Hizo una mueca acompañada de una sacada de dedo y se volteó para luego irse.

   Lo logré; se fue. Aunque, quería saber quién era la hermosa persona que le encantaba fumar y enseñar dedos, ese pensamiento me hizo un poco de gracia, no sé si sentirme ofendida o alagada, espero que no quiera tomar venganza después.

   Me detuve un momento a contemplar el paisaje, definitivamente el cielo nocturno es hermoso, demasiado. Siempre me he preguntado si algún día yo podre ir al cielo, lo que me lleva a pensar; ¿el cielo existe?, ¿Dios existe?, ¿qué hay después de la muerte?, ¿donde habrá ido ella?, esas son preguntas que creo que no podre explicar hasta el día de mi muerte, pero...

   Pecadoras como yo... ¿merecen el cielo?

   Unas dos o tal vez tres lágrimas salieron de mis ojos. Sacudo mi cabeza y las aparto rápidamente, mi cabeza está llena de preguntas.




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