Se me había olvidado la existencia de eso. Masajee mis sienes, que puto dolor de cabeza ¿debería olvidarla?, ¿y si mamá se enoja conmigo?; esa chaqueta era de ella, es lo único que pude conservar de ella, aparte de los maquillajes vencidos que escondí. Mi padre guardo o quemó todo lo demás, fotos, ropa, zapatos, accesorios ¡todo!, recuerdo que incluso el plato donde ella siempre comía termino siendo estrellado contra la pared. Suspire, creo que su rostro desaparecerá rápidamente de mi memoria.
Por otro lado si llego a casa con los brazos descubiertos mi padre se enfurecería, es capaz de decir que me pasee así por la calle con el propósito de hacerme la víctima, su mente es estrecha y cree que todo el mundo está en su contra... como yo ¡santa mierda!, nunca note que nos parecíamos en ese aspecto, espero que con el tiempo no desarrolle su mal humor; tampoco su agresiva forma de ser. Volviendo al tema los moretones de la vez pasada aun están frescos, como si los hubiera hecho ayer, no quiero otra paliza ¿Qué hago?...No sé porque pregunto tantas estupideces, es decir, ¿Qué más me queda?, rezar para que mi padre no esté en casa y en caso de que no esté cambiarme antes de que llegue, pero es casi imposible que no esté; es lunes, primero se abre el cielo.
Me quedo estancada pensando en que mas podría hacer, para confirmar que esa es mi única opción. Refunfuñe, no confío para nada en mi suerte. Llene mis pulmones de aire y empecé a caminar. Yo puedo.
Mis ojos se encontraban fijos en el suelo viendo mis pies, obligándolos a avanzar, un par de pasos después en mi campo de visión aparecen unos zapatos negros, subo lentamente.
— ¿Se te olvidó algo?—pregunta la persona en cuestión antes de que lograra ver su rostro, su tono era arrogante.
Apreté los dientes ¡Larry! Podría reconocer esa voz burlona donde sea. Termino de alzar el rostro. En efecto, era él.
— ¿No te dije que no me hablaras?—me cruce de brazos molesta, siempre aparece en los peores momentos.
— ¿Por qué debería obedecerte?— enarcó una ceja. Resople y pase junto a él.
— Creo que esto es tuyo—me detengo en seco, no me digas que...
Me vuelvo hacia él, me sonríe engreídamente y de su bolso saca la chaqueta, ¡mi chaqueta! Este chico me salvo nuevamente.
— Mi chaqueta—susurro encantada— gracias—sonreí ampliamente.
Me aproximo hacia él para coger la chaqueta; sería un poco abusivo de mi parte pretender que él se acerque a dármela. Se fue alejando rápidamente conforme yo me acercaba, ¿Qué demonios? De un momento a otro le llegó una risa maliciosa a los labios. Le lance una mirada de reproche.
— Nunca dije que te lo daría—se encoge de hombros descaradamente. Abrí la boca ofendida, ¿Cuál es su problema?
— ¿Por qué no?; es mía—me cruzo de brazos, enarcando una ceja.
— Porque yo lo encontré—responde con credulidad.
— Sí, pero es mía—recalco molesta.
Se encogió de hombros otra vez ¡¿Qué le pasa?!
— ¿Eres aficionado a hacer cosas ilegales?— pregunte irónica, mi voz pasivo-agresiva.
— Creo que no eres quien para decir eso—me sonríe dulcemente, mas como una broma que un reproche.
¿Dónde quedo su actitud arrogante? Ah creo que ya entendí a que va todo esto, pero no. No voy a jugar con él, no pienso seguirle el juego.
— Si es otro de tus estúpidos ataques de bipolaridad avísame ¿sí?; me duele la cabeza como no tienes idea ya que pase toda la tarde buscando la chaqueta. No pienso aguantar tu bipolaridad, no somos amigos; no tengo que hacerlo— le sonreí falsamente— al parecer no piensas darme la chaqueta...—agregue al ver la indignación en su rostro. La verdad duele.
— No soy bipolar—sus cejas se juntaron. Si, duele mucho.
— ¿Me la vas a dar?—mi voz se volvió impaciente después de sentir una fuerte punzada en la cabeza.
No dice nada. Maldición.
— ¡¿Estas sordo?!—le grite molesta.
— No te la daré—responde evitando mi mirada.
— ¿Sabes qué? Quédatela—mi voz fría—no voy a perder mi tiempo aquí, tal parece que te hace mas falta a ti que a mí— dije antes de dar media vuelta, dándole la espalda.
Sabía que no le hacía falta, de todas formas no le quedaba ¿y cómo? Lo más seguro es que le quede muy sobre el ombligo, sabía que solo lo hacía para molestarme, lo sentía... y por alguna razón no me desagradaba del todo. Era como un cosquilleo en mi estomago, el es diferente. No se alejó por mi personalidad, he tratado de alejarlo. Pero nada. El quiere averiguar algo, ¿pero qué? En mi cabeza revoloteaban las posibles respuestas de mi pregunta, pero todas se sentían muy superficiales y vacías. No son suficientemente importantes. Me dije.
¿Qué quiere el de mí?
Me aleje de allí lo más rápido posible y sin mirar atrás, no quiero saber la respuesta de eso, no tengo tiempo ni ganas; de hecho si tengo tiempo... ¡pero no ganas! No pienso lidiar con los caprichos de un malcriado con bipolaridad. No puedo. Ya tengo suficiente.
Me detengo frente a la puerta de mi casa, la miro y suspiro. Mis ojos se dirigen inconscientemente hacia el lugar donde vi por última vez a Larry. Allí esta. Viéndome ¿Por qué demonios suspire?
Entre y rápidamente y cerré la puerta. Las punzadas en mi cabeza no paraban, al contrario; se hacían más fuertes. Tome todo el aire que pude y me voltee en busca de algún rastro de mi padre ¿estará en casa? Mis ojos examinan el entorno, no lo veo, debe estar arriba. Si subo me verá... está bien, no va a pasar nada nuevo, solo lo mismo de siempre. Mi labio inferior empezó a temblar. Mis ojos viajaron al reloj de la sala, demonios es tarde.
Esto no será nada lindo.
Todo es mi culpa; por prestarle tanta atención a una simple chaqueta. Subí la escalera.
Llevo todo el día evitando lo inevitable.