Mi exposición de fotos fue un completo éxito. Logré vender algunas fotos que atrajeron la mirada del público lo cual me sirvió bastante para abrir mi propio estudio. Más allá de si estaba por casarme con una estrella de rock quería hacer esto por mi cuenta.
Demostrar que podía hacerlo sólo con mi esfuerzo y con el apoyo de aquellos que me querían bien.
El lugar no era muy grande que digamos pero era cómodo. Decoré a mi gusto en un estilo moderno y contraté a un asistente. Podía decir que era dueña y jefa de mi propio estudio. 3 años atrás esto era sólo un sueño y hoy ya era realidad.
– Jefa –habló Rose mi nueva asistente, sólo tiene 21 años, es alta, castaña y aparenta mas edad de la que tiene. Cualquiera dirá que tiene 25.
– No me digas jefa, Rose; ya te lo he dicho, sólo Milena o Mili, como te guste.
– Entonces, Mili –sonrió– te buscan.
– ¿Quién?
– Es un hombre y una mujer rubia. No me dieron nombres, sólo quieren hablar con el dueño.
– Está bien, iré a ver de quién se trata.
Dejé lo que hacía y me preparé para atender a mis nuevos clientes. Me levanté de mi silla un poco desconcertada e intrigada.
¿Por qué tanto misterio en no decir nombres?
Salí de mi pequeña oficina y me dirigí al estudio, una pareja estaba de espaldas a mi observando un cuadro en la pared. Me acerqué hasta ellos y aclaré mi garganta, se dieron vuelta y mi sorpresa fue mayor.
Clark y Anabel.
– Milena –esa fue Anabel–. Hola.
No hace falta recordar quién es ella y lo que me hizo en el pasado el cual ya es pisado.
– ¡Que sorpresa! –dijo Clark– Hola...
– Hola –los miré a ambos aún sorprendida– ¿Qué necesitan? –pregunté con una tranquilidad que me sorprendió de mi.
– Oímos hablar sobre este lugar –Clark comenzó a hablar–. De lo grandioso que es y que el trabajo que realiza es de alta calidad.
– No sabíamos que tú serías la dueña del estudio –añadió Anabel.
– Si, lo soy –los miré algo seria–. ¿Necesitan ayuda en algo?
– Si –dijo Anabel–. Clark y yo buscamos a alguien que sepa sacar increíbles fotografías. –esbozó una sonrisa un poco tímida.
– ¿Para algún evento especial?
– Si –Anabel tomó la mano de Clark y me cerró todo–. Es para nuestra boda.
Escuchar de quién fue tu mejor amiga que va a casarse y que su futuro esposo será nada más y nada menos que tu ex pareja debe ser humillante. Para cualquier otro sería una patada al hígado pero a mí no me causa nada. Ni disgusto. Nada.
– Felicitaciones –hice una mueca–. Pero no creo que sea buena idea. Lo siento –me disculpé rápidamente.
– Espera Milena –comenzó Clark–. Nosotros te volvemos a pedir perdón si es necesario. Pero queremos que tú estudio se encargue de las fotos de nuestra boda.
– Si, por favor –pidió Anabel–. Hemos fracasado en encontrar a alguien que se comprometa y garantice calidad de trabajo y en esa búsqueda llegamos aquí. Por favor acepta.
– Está bien. Lo haré. –me resigne.
– Genial.
– Mi estudio se dirige así; primero la mitad por adelantado y cuando el trabajo está hecho la otra mitad. ¿De acuerdo?
– De acuerdo.
– Vamos a mi oficina y hacemos el contrato.
Una vez cerramos el contrato nos despedimos. La boda sería en 10 días, debía preparar todo para esa fecha y comunicarle a Brad para quién iba a trabajar ésta vez.
No es que necesitara de su aprobación para aceptar quienes debían ser mis clientes. Pero teniendo en cuenta quién fue Clark debía mencionarcelo.
La noche cayó y cerré mi estudio a las 21 en punto. Me ofrecí a llevar a Rose a su casa y de ahí a la mía. No sabía si Brad ya estaría en casa o debía esperarlo como algunas veces. En el camino me detuve en McDonald's y llevé unas pizzas y cervezas. Hoy no tenia ganas de cocinar, sería comida rápida ésta vez.
Llegué al departamento y cómo imaginé Brad no estaba. Dejé el pack de cervezas en la heladera y la caja de pizzas sobre la mesa y me fui directo a ducharme. Me cambié y me senté en el sofá a ver una película mientras lo esperaba y transcurridos unos 20 minutos llegó.
Traía una cara de pocos amigos ¿Qué fue lo que le pasó?
– Hola amor ¿Cómo estás? –pregunté e hizo una mueca rara, creo que quiso sonreír pero no le salió.
Se quitó su chaqueta de cuero y la dejó sobre una silla y se sentó a mi lado dejando caer su cuerpo sobre mi regazo mientras miraba la televisión. Yo me limité a acariciarle el cabello y él tomó mi mano y la besó.
– ¿Sucedió algo malo? –pregunté. Era muy raro este comportamiento en él.
– No, nada. –se limitó a decir.
– ¿Seguro? –insistí.
– Si. –aseguró.
– Bien. Porque hay algo que debo decirte –se acomodó en mis piernas para mirarme.
– ¿Sobre qué?
– Hoy llegaron unos clientes y me pidieron que tome fotos para su boda. –comencé a decir.
– ¿Qué hay en especial en eso? –frunció ligeramente el ceño.
– Es que los clientes son –aclaré mi garganta– Clark y Anabel. –indagó un momento en mi mirada y al parecer recordó de quién hablaba.
– ¿Tú exnovio y tu examiga? ¿Ellos? –frunció notoriamente el ceño.
– Si, ellos. –suspire levemente.
– ¿Qué les dijiste? –usó cierto tono molesto.
– Acepté el trabajo. –respondi algo nerviosa.
– ¿En serio? –habló muy serio.
– Si.
– ¿Por qué?
– Por que insistieron. Y aparte tener más clientes es mejor para mi estudio. –expliqué.
¿Acaso esto es una discusión?
– ¿Pero tenían que ser ellos precisamente? –preguntó desconfiando y se levantó de mi regazo para acomodarse en su lugar y mirarme seriamente.
– Si. No hay nada de malo en eso.
– No me convence…
– ¿Por qué? –lo interrumpí ya molesta por su actitud infantil.
– Por que él… es un idiota y no me agrada. –dijo molesto y poniéndose de pie se fue hacia la habitación.
Algo le estaba pasando a Brad. Él no es de hacer escenas de celos por qué jamás le di motivos para eso. ¿Qué era lo que le pasaba? Me levanté y fui tras él, se preparaba para irse a duchar.
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Editado: 30.11.2020