Con una bandeja y muchas copas, allí mi mente imagino muchas cosas.
Con esos pensamientos de mi bella y loca mujer, sabía que haría lo que ella pudiese querer.
Todos brindaron muy alegres, nunca paso por su mente que pronto no tendrían que hacer, me inyectaron un veneno mortal, de igual manera ella no paraba de brindar, me decía en susurros nos veremos en el más allá, cuando poco a poco ya ninguno podíamos respirar.
Todo se puso oscuro y al final solo veía un pequeño reflejo, era mi bella Isabela se alumbraba con un espejo, me dijo toma mi mano ya podremos ser felices, en la eternidad ninguno podrá hacernos las vidas grises!
Vi su rostro sonriente y reluciente, yo vestido de blanco estaba muy consiente, ella era feliz al menos parecía así, con su maquillaje de siempre y su pómulos color carmín.