Por Azares del Destino [nd#2]

Capítulo 1

Narra Annie:

— Annie, ¿Por qué el chico nuevo no parece poder apartar sus ojos de ti?— Preguntó Catherine señalando detrás de mí, yo inmediatamente llevé mi mirada hacia donde esta señalaba encontrándome con que, efectivamente, Mike tenía sus ojos en mi, y contrario a lo que pensaba permaneció mirándome aún cuando mis ojos descubrieron su acción.

Permanecimos mirándonos hasta que Catherine tocó mi brazo y me volví nuevamente hacia ella.

— Debe ser porque tiene curiosidad de lo que haré ahora que no tengo a alguien controlando cada paso que doy. — Contesté apoyándome de costado en la pared, ella repitiendo mi acción pero del lado contrario quedando frente a mí. — Y deja de decirle chico nuevo, ya hacen tres meses de que está en el instituto, su nombre es Mike. — Repliqué rodando los ojos.

— ¿Y consideras que tres meses es mucho? Para mí sigue siendo el chico nuevo. — Soltó y yo solo pude reír y encogerme de hombros.

— Entonces tendré que llamarte amiga nueva, ya que solo llevamos tres meses de amistad. — Murmuré recibiendo un golpe a puño cerrado en mi hombro de su parte.

— ¡Oye, no es lo mismo! — Exclamó haciéndose la ofendida.

— ¿Cómo no es lo mismo? — Pedí explicación.

— Pues... yo-. — Suspiró pesadamente derrotada. — Bueno, ya. Cambiando de tema, ¿Ya has decidido que harás con el asunto de George y su cuaderno? — Cuestionó. — Ya no hay ningún impedimento para entregárselo.    

— No lo sé, aún no estoy segura de si sería lo correcto. — Sopesé en mi mente la posibilidad. — Sabes que cada vez que intento siquiera fijar una fecha algo en mí me dice que no debo hacerlo y luego me siento mal conmigo misma porque siento que le estoy fallando a mis principios. — Solté rápidamente.

— No te preocupes. — Murmuró dándome palmaditas en el hombro a manera de consuelo. — No lo veas como que estás fallándote a ti misma, no es así, eres la persona más buena y considerada que he conocido, si aún no estás completamente segura de que entregarle el cuaderno dará buenos resultados alguna razón habrá, no tienes por qué hacerlo. — Al escucharla decir eso el alivio se extendió por todo mi pecho.

— Gracias, eso era justo lo que necesitaba escuchar. — Agradecí y me lancé a abrazarla siendo correspondida inmediatamente.

— No hay necesidad de agradecer, siempre estaré aquí cuando lo necesites. — Susurró. — Ahora olvidémonos de ese asunto, vamos a tu cuarto a ver si hay ropa decente para salir a por unos tragos, ya pronto serán las vacaciones y tendrás todo el tiempo libre para pensar en eso.

— Está bien, unos tragos no le hacen daño a nadie, pero en realidad prefiero comprar las bebidas y beber en la habitación, después de todo no tenemos quien nos traiga si nos embriagamos. — Hablé colocando mi brazo alrededor de su hombro y arrastrándola hacia mi habitación.

— Eres tan rebelde Annie, en los dormitorios está prohibido beber, pero está bien de cualquier modo nuestros horarios están despejados en la mañana. — Replicó envolviendo su brazo en mi cintura. — Aprovechemos y compremos palomitas así vemos una peli. 

— Me conoces tan bien. — Reímos al unísono y entramos a la habitación.

 — Reímos al unísono y entramos a la habitación

Narra Mike:

Cada día mi expectación aumentaba a la espera de saber que haría Annie ahora que su cuaderno había sido entregado, habían pasado tres meses desde ese hecho y aún no surgía nada interesante.

Creía que lo primero que haría al entregárselo sería el ir a ver al tal George Miller y entregarle su cuaderno, pero para mi sorpresa no fue así, simplemente continuó viviendo como lo hacía normalmente. 

¿Qué ha pasado con la Annie vanguardista que veía injusto el hecho de que las personas sean básicamente monitoreadas todo el día y no tuvieran libertad de hacer lo que les plazca? — No podía evitar preguntarme.

Quizás había otra razón y yo aún no lo notaba, tal vez el chico no sea una buena persona y para que no sobrepasara los límites lo dejó bajo el control del cuaderno o a lo mejor sea que aún está indecisa.

— Señor, ya tenemos que irnos. — Habló Cael interrumpiendo el flujo de mis pensamientos. — Los guardianes están junto a la marca en espera de su nueva orden. — Explicó dando una breve reverencia.

— Gracias por el aviso y te he dicho muchas veces que puedes llamarme Mike cuando estemos solos. — Sonreí cordialmente. — Ahora mismo iré hacia allá, ya puedes retirarte.

Cael salió de la habitación y lo seguí aún con mis pensamientos vueltos un lío. Al ver que me encontraba detrás de él se detuvo bruscamente.

— Mike. — Me detuve igualmente al escuchar que pronunciaba mi nombre. — No hay necesidad de que camine, puede teletransportarse para evitar molestias. — Explicó causando que riera.

— Sé que puedo teletransportarme, pero prefiero diez mil veces ir en mi motocicleta, si quieres puedo llevarte. — Ofrecí a lo que él asintió lentamente.

— Sería un honor. —Murmuró inclinándose.

— Ya deja de hacer eso por favor. — Me quejé y envolví sus hombros con mi brazo derecho. — Odio cuando la gente se inclina ante mí, se siente como si estuviera imponiendo algo sobre ellos. — Declaré apretando un poco mi agarre.

— No lo vea de esa manera, nosotros nos inclinamos hacia usted como un signo de respeto y disposición. — Expresó suavemente. — Nuestra intención no era que se sintiera incómodo, sino mostrar que lo respetamos y que estaremos ahí cuando nos necesite.

— Aún así, no se siente correcto. — Sostuve. — El respeto y la disposición se puede demostrar de una manera distinta, no hay necesidad de una inclinación. — Di por terminada nuestra conversación cuando llegamos a donde tenía aparcada mi moto.



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En el texto hay: desafiar el destino, cuadernos

Editado: 29.12.2022

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