Por culpa de un instante (completa)

50. Vegvisir

Los exámenes finales hacen que el colegio entero esté enfocado en los estudios y esperando con ansias las vacaciones de verano. Yo, sin embargo, más que sobrevivir a los finales, me enfoco en enfrentar las tortuosas reuniones de estudio a las que estoy siendo sometida por mi novio, en casa de sus amigas.

Mis últimos días han sido un estrés constante. Me cuesta encontrar un balance entre mi necesidad de concentrarme en el estudio y la obligación de tener que soportar este castigo al que me sometí voluntariamente, y todo porque me prometí a mí misma intentar integrarme, al menos, al grupo de Lucas.

Como si fuera poco, al final soy yo quien se pasa explicándoles las materias a Kendra y Lucía. Y no es que sea una experta, sino que ellas son extremadamente tontas. Y Samantha, quien sé perfectamente que es muy inteligente (porque la veía trabajar en el estudio jurídico), se esfuerza por aparentar ingenuidad, para que Lucas tenga que enseñarle.

Afortunadamente, él me ayuda y tenerlo cerca me ha servido para mantener a raya las ganas intensas de golpear a Samantha. Porque, como era de esperarse, no ha dejado de intentar hacerme creer que él le pertenece. Se hace la buena cada vez que estamos juntos, pero a penas él se aleja un momento, ella y sus amigas lanzan disimuladas burlas hacia mí.

Pero me mantengo serena… ¡Y Dios sabe cuánto me cuesta! Intento hacer mi mejor esfuerzo por asistir a cada reunión con una sonrisa en los labios. Después de todo, una vez que los exámenes se acaben, Lucas le dirá la verdad sobre nuestro noviazgo y yo podré, al fin, demostrarle que no podría estar más equivocada con respecto a lo que él siente por ella.

 

Pasado mañana tendremos el examen final, así que nos encontramos en una de las últimas reuniones, las cuales, se hacen por turno en cada casa. Y hoy toca en la de Lucía.

Lucas, Bruno y yo estamos en camino. Mi novio puso rock en la radio y ahora canta una canción de Arctic Monkeys en voz alta, mientras maneja. Su amigo, en el asiento de atrás, revisa sus redes sociales.

—Todas las publicaciones de nuestras compañeras giran en torno a la fiesta de colación —habla de repente, pasando el dedo incesantemente sobre la pantalla de su celular—. Escriben sobre qué vestido se van a poner, qué peinado se van a hacer y quién será su pareja. ¿Por qué a las mujeres les gustan tanto esas estupideces?

Me encojo de hombros.

—A mí me da igual, ni siquiera estoy emocionada por ir —comento.

—Me refería a las mujeres de verdad.

—Idiota.

—No empiecen a discutir —Lucas nos corta y le dirige la mirada a través del espejo—. ¿Vas a invitar a Stacy a acompañarte?

—Pues, ¿a quién más? —le contesta el otro.

—Lo dices como si nunca hubiera habido nadie más entre ustedes dos —le recuerdo que aún no me olvido de su pequeña aventura.

—¿Por qué nunca puedes dejar el pasado atrás, cuñada? —me devuelve el ataque.

—Vete al demonio.

—Ya paren, los dos. ¿Acaso no se iban a llevar mejor?

—Esto es llevarnos mejor —le aclaro a Lucas—. Te recuerdo que antes no hubiera podido estar siquiera en el mismo lugar que él.

—Es verdad —Bruno me da la razón.

Lucas resopla y detiene el vehículo delante de la casa de Lucía. Desciendo del mismo, sin dejar de lanzarle a su amigo una mirada asesina.

—Ahora tenemos que pretender que no nos odiamos —él me muestra una sonrisa de lado, mientras hace sonar el timbre de entrada.

Le muestro mi dedo medio y lo escondo justo a tiempo para que Lucía nos reciba, con la mirada iluminada al verlo llegar.

¡Qué mal gusto tiene!

Nos ubicamos en la sala. Samantha se acerca a darme un abrazo fingido, como lo ha hecho en cada una de las reuniones. Le devuelvo el trato, aunque sin tanta efusividad como la que emplea ella.

Lucas muestra una sonrisa. A pesar de que le dije unos días antes que ella sólo finge delante de él, parece estar convencido de que nuestra relación ha mejorado y que podríamos ser amigas pronto.

—Sigo sin entender bien este ejercicio —al cabo de unas horas de intenso estudio, ella finge tristeza y se acurruca contra el hombro de Lucas—. ¿Me ayudas?

Sé que es una farsa, porque la vi explicárselo a Kendra antes.

—Yo puedo enseñarte —me apresuro, para apartarla de él.

Me sonríe, pero no puede aplacar del todo la mueca de disgusto que se ha formado en su rostro.

—Te lo agradezco, Brenda. Pero a veces no comprendo bien tus explicaciones. A Lucas, sin embargo, lo entiendo perfectamente.

—No te preocupes, te lo mostraré —él toma sus apuntes y comienza a enseñarle.

Me pongo de pie y me alejo, con la excusa de traer agua, porque Kendra también ha aprovechado para acercarse a mi novio y estoy cansada de ver cómo se tiran encima de él, y no poder hacer nada. En verdad estoy poniendo a prueba mi (extremadamente) corta paciencia últimamente. Además, Bruno y Lucía se retiraron hace como diez minutos y aún no vuelven. Si ese idiota está engañando de nuevo a mi hermana voy a terminar por matarlo de verdad.



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En el texto hay: juvenil, romance, amor odio

Editado: 24.02.2019

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