Capitulo 1. El Sacrificio.
La brisa azotaba violentamente mi rostro, mechones rebeldes bailaban al compás del viento, gritos, alaridos y aullidos viajaban por este. Observe detalladamente a cada uno de los presentes, buscando desesperadamente a mi madre o a mis hermanas, pero fue inútil...
Entendía el por qué no se encontraban, "el gran jefe" debía tenerlas bajo vigilancia absoluta, pues su hija menor estaba a pocos minutos de ser sacrificada a una gran bestia.
No podía mostrarme débil ante todos los presentas, por lo que no había derramado ninguna lagrima, por el contrario, solo esbozaba grandes sonrisas, a pesar de estar atada de manos y piernas al árbol sagrado.
Mire hacia el cielo, aún faltaba para que la luna se posicionara en su máximo esplendor, aún faltaba para mi desafortunado final o como muchos lo llamarían un glorioso acontecimiento.
Mi vestido carmín resaltaba ante la luz de la luna, mi piel trigueña se opacaba cada segundo, recordaba las palabras de las mujeres del pueblo al verme con el vestido, para ellas mi belleza y atributos eran nulos, por lo que habían llegado a la conclusión de seria mal augurio.
Desde niña había sido instruida para este día, había recibido una educación diferente, no había aprendido a bordar, ni coser o cocinar, mi educación consistía en la historia, la matemática, la física, la astrónoma y la literatura; al parecer les gustaba mandar buenos prospectos al matadero.
De un momento a otro todos los asistentes comenzaron a ponerse viejas máscaras, unas más espeluznantes que otras, algunas con sangre, otras con colmillos y unas pocas con cicatrices.
De niña mamá jamás me conto de estos rituales, tampoco dejo que ninguna persona me contara de ellos, decía que la ignorancia era mejor medicina ante los problemas; le gustaba tratarme como una niña normal, por lo que dejaba que jugase con mis hermanas a pesar de ser reprochada por los demás pueblerinos.
El eco de los tambores llamo mi atención, este sonaba al ritmo de innumerables canticos, silbidos, y alaridos, dándome señal de que la luna pronto estaría en su posición, pronto estaría totalmente enrojecida.
El gran jefe se acercaba rápidamente hasta donde me encontraba, con su máscara lobuna lograba erizarme la piel, los tambores iban cada vez más rápido a medida que este se acercaba, deteniéndose justo en el momento en el que se encontraba frente a mi persona.
De su túnica azulada saco un pequeño cuchillo, el cual parecía ser un colmillo de algún animal, dio la vuelta alzo sus dos manos mostrando el cuchillo, ganándose como resultado grandes aplausos por parte de los presentes, luego volvió su atención a mí, podía sentir como me tensaba al darme cuenta que estaba cerca de mi fin, podía sentir mi corazón totalmente desbocado, sentía como las pequeñas gotas de sudor bajaban por mi frente y como mis extremidades temblaban.
Acerco su cuchillo a una de mis muñecas, sin darme cuenta corta ágilmente esta, de forma en que la sangre brotase limpiamente. Con mi sangre entre sus dedos pinto suavemente en mi piel desnuda pequeños y grandes espirales, comenzando en el escote entre mis pechos, pasando entre mis hombros, seguido mis brazos, cuello y piernas; finalizó dibujando sobre mi cabeza un gran triangulo.
De pronto de aquel triangulo fue iluminado por la luz rojiza de la luna, haciendo que todos los que se encontraban en el lugar ahogaran un suspiro, este se tornaba cada vez más iluminado, mareando a la mayoría de los presentes.
De ahí, de aquella luz, surgió de un salto una bestia seguida de varias más, todos hicieron una ovación, inclinando su cuello en señal de respeto, de miedo ante aquel ser, este avanzo pavordeándose entre la multitud, era tan grande como un caballo de raza, tan impotente como un feroz animal, y con grandes colmillos; a simple vista parecía un lobo, pero todos sabíamos que no lo era.
Su negro espeso pelaje carmín me cautivo, dejo de atender a su público y volvió su atención a mí, me inspecciono de arriba, podía jurar que sonreía ante mi presencia, avanzo con lentitud, hasta llegar ante mí, lo primero que hizo fue oler todo mi cuerpo, luego lamio mi herida, ahí se tomó su tiempo, hasta que esta dejase de sangrar, después metió su hocico en mi cuello ahí sin previo aviso mordió, ocasionando un grito desgarrador por parte mía, seguido de varios aullidos.
La sangre salía rápidamente, brotaba de mi garganta como si esta fuese una fuente, mi visión se tornaba borrosa, y mi cuerpo cada vez más débil, así que este sería mi fin, no pude evitar sonreír ante mi agonía, ante los recuerdos que inundaron mi mente, ante lo que pudo ser de mi vida y no fue.
No sé si la pérdida de sangre me trajo alucinaciones, pero podía jurar que mi madre se encontraba presente, se encontraba juntos a mis hermanas peleando y gritando mi nombre ante aquellas bestias, además de llorar con intensidad al ver mi estado, supuse que no podría estar peor.
¡Oh madre!, ¡Oh querida madre! Fuiste la mejor, te amé, te amo y te amaré—pensé
Antes de que todo se tornara oscuro, escuche un llanto, uno muy fuerte, haciendo que por primera vez brotase una lagrima, pues aquella niña nacía mientras yo me extinguía...