César y tú no sólo habían hecho las pases. Empezabas a gustarle.
Miranda nunca fue tan mala como tú la describiste, pero no dejaba de ser ella.
Su mala actitud, su posesividad y sus continuos malentendidos con César hicieron que ellos terminaran.
Cuando Oliver quiso tomar oportunidad con ella nadie lo detuvo. Ni si quiera César.
Y no sé en qué tipo de amigo lo convertía eso, pero ya no me importaba.
Todo el día él estaba contigo. Otra vez parloteaban a todas horas. Otra vez tenían sus bromas privadas.
Decías que ya no sentías nada por él.
Yo ya no te creía. Pero tampoco dejé de tener ganas y esperanzas de estar contigo, de que me vieras como yo quería que lo hicieras.
Me habías dicho que lo intentarías. ¿De verdad lo intentaste?