Chase
–Creo... que que tomaré... ot otro vaso...–dice la castaña en un estado de ebriedad casi alto
–Yo creo que deberías tomarte un vaso de agua– digo sujetándola del brazo, pero ésta en un intento de zafarse, se tambalea.
Para su suerte, mis reflejos son más rápidos y logro sujetarla para que caiga sobre mis brazos antes de terminar desplomada en el suelo.
La sostengo de su cabeza, y cintura. Sus ojos comienzan a cerrarse pero en cuanto se percata que está sobre mis brazos, salta de los mismos, pero el mareo le gana nuevamente y vuelve a caerse, aunque esta vez no sobre mis brazos, sino que al suelo.
–¿Cuantas estrellas crees qué hay?– dice la castaña aún acostada sobre la arena, mirando hacia el cielo.
–No lo sé– respondo– ven, dame tu mano, creo que deberías alejarte de la barra por un buen rato.
–Estoy perfectamente– dice intentando incorporarse, y acomodando su ropa.
–No te dejaré sola, así que te vienes conmigo.
–Estoy per perfectamente Chase
–¿Quieres que te ayude?– pregunta Amber llegando a nuestro lado.
Ella por su parte no está tan afectada por el alcohol.
No puedo decir lo mismo de Wendy, Agnes y Marga.
Estas dos ultimas se encuentran en la misma situación que la castaña.
–Creo que puedo solo, voy a intentar acostarla en uno de los sofás. No puedo llevarla así hasta su apartamento.
–Está bien, yo creo que haré lo mismo con las chicas– dice señalando hacia donde se encuentran
–¡Wendy!– grito, pero no obtengo respuesta alguna. Dos segundo que la dejé sola, y ya desapareció de al lado mío.
–¡Wendy!– esta vez si llamé su atención, se voltea para mirarme y la encuentro con un vaso en la mano.
El cual por supuesto que no contiene agua.
–¡Esa soy yo!– grita la castaña
–Ven, quiero mostrarte algo– miento. Es la única forma de hacer que me siga. Tomo el vaso que lleva en sus manos, lo deposito sobre la barra y nos alejamos.
–¿¡Qué haces!?
–Deja de beber alcohol por favor, mañana me lo agradecerás.
>Si es que lo recuerdas– digo por lo bajo.
–Eres un iniota– la miro y comienzo a reír. Estoy seguro que quizo decir "idiota".
–Como tu digas– digo riendo.
Coloco uno de sus brazos por encima de mis hombros, dejando caer todo el peso de su cuerpo sobre el mío, e intento esquivar a las demás personas que aún se encuentran en el lugar.
Son las cuatro de la madrugada, estás fiestas suelen terminar a eso de las seis de la mañana, pero debido a la gran cantidad de personas que ya están en estado de ebriedad o muchos otros como yo que deben cuidar a alguien, suelen irse más temprano.
Alex y los chicos se fueron hace un buen rato hacia la casa de Caleb. Yo también fui invitado, pero decidí quedarme con Wendy.
El estado en el que se encuentra no es el mejor.
Cuando estamos a dos pasos de llegar a la zona de las fogatas, Wendy quita su brazo con brusquedad de detrás de mis hombros, y tambaleándose se dirige en sentido contrario al que vamos, como si estuviese buscando algo.
–¿Pero... qué haces? Ven para...–ya entendí que era lo que buscaba–...aquí...
Un cubo de basura. Es allí a donde se dirige la castaña.
No tardan dos segundos, y Wendy se encuentra inclinada boca abajo sobre el cubo vomitando y arrojando todo el alcohol qué hay en su sistema.
Me acerco hacia ella, y con mis manos, recojo su cabello para evitar que lo ensucie.
Una vez que termina, cambiamos de rumbo, y decido llevarla primero hacia la orilla del mar para poder mojar un poco su rostro y limpiarle los restos de vomito que quedaron en ella.
Es así, que la ayudo para que se siente sobre la arena fría, quito sus sandalias y dejo que el agua comience a mojarle muy suavemente sus pies descalzos.
Me inclino hacia la orilla para empapar mis manos y luego llevarlas hacia su rostro.
–Está fría
–Lo sé, pero verás que te sentirás mejor, y el dolor de cabeza que seguro tienes disminuirá.– ella asiente y cierra sus ojos.
Vuelvo a introducir mis manos en el agua y esta vez intento mojar su cabello. Quito unas cuantas hebras que descansan sobre sus ojos y las acomodo detrás de sus orejas.
Con una goma de cabello que lleva en una de sus muñecas, intento hacerle una coleta de caballo.
Una vez ya un poco más fresca, la ayudo a levantarse y nos dirigimos hacia el sector de las fogatas.
La acuesto sobre un sofá y puedo ver cómo de su blusa comienza a caer agua.
Es así que al ver que por debajo de la misma lleva un traje de baño, decido quitársela con mucho cuidado y acomodarla a un lado de la fogata encendida para secarla un poco.
Me quito la campera y la extiendo donde anteriormente estaba la blusa, no quiero que agarre un resfrío por mi culpa.
–¿Me alcanzas un... poco de agua por favor?– dice casi susurrando.
Voy en busca de un vaso de agua para ella, y un poco de gaseosa para mi.
–Aquí tienes– extiendo mi mano y le entrego el vaso. Pero aún está mareada y el vaso comienza a temblar en las manos de la castaña.– yo te ayudo– digo acercándome un poco más hacia ella y ayudándola a dar pequeños sorbos del vaso.
Dejo el vaso a un lado, y vuelvo a recostarla sobre el sofá.
Acomodo unos mechones de su cabello que caen por su rostro, y me inclino un poco más para arreglar la campera que dejé anteriormente sobre ella.