—Prólogo:
Era una hermosa y cálida tarde de junio, los jóvenes estaban concentrados en sus teléfonos, Otros haciendo alguna travesura y el resto solo charlando, lo habitual en los universitarios. A excepción de una joven pelirroja, que estaba sentada en una banca, llorando sola en silencio, mientras los jóvenes adultos fingían que ella no estaba ahí.
¿Qué estará mal conmigo?
¿Será mi forma de ser...?
O ¿Mi horrible cabello enrulado? Y como si no fuera lo suficiente es rojo...
¿Será eso por que no me quieren?...
¿Porque no estoy a su altura?
Se cuestionaba la ojiazul buscando una razón, por la que ellos eran así con ella. Estaba hecha pedazos y con el auto-estima por debajo del suelo. Dejaba de llorar volvía a recordar porque comenzó a hacerlo y acabando siempre así.
Buscando razones en dónde no las había, una dulce melodía prominente de su teléfono, sonó por el lugar anunciando una llamada entrante. Lo tomó, antes de atender, respiro hondo logrando que dejara de llorar, secó sus lagrimas al tiempo que esbozaba una sonrisa falsa. Hizo como si ella no hubiera estando llorando, y su alma no estaba desgarrándose del dolor hace unos momentos atrás.
—Hola mamá ¿Qué sucede? —habló como de costumbre.
—Nada, ¿acaso no puedo hablar con mi propia hija.—se quejó la mayor.
La pelirroja se río por la infantil actitud de su madre, —Claro que puedes.
—Manzanita ¿Cómo estas?¿Cómo va la universidad? ¿Cómo están tus amigos? —chillo emocionada la mayor, llenándola de preguntas.
La última pregunta le robo el aliento.
Respiro profundo la ojiazul, intentando no llorar —Todo... Fantástico. Están bien, Victoria y Paola son las mejores amigas que se pueden tener —mintió, con los nervios a flor de piel.
—Me alegra escucharlo. Manzanita ¿Ya tienes novio? hablamos a diario, sí pero... No me has hablado de ningún novio —suspiro de otro lado la señora—. Solo me hablaste de un muchacho, pero nada más —sintió una punzada en el pecho, sabía sobre quién se refería su madre.— Cuéntame soy toda oídos.
La pelirroja no sabía que responderle a su madre.
—¿Qué cosas dices, mamá? solo es un... Amigo —invento esa rápida respuesta, pidiendo a los dioses que su progenitora se la creyese.
Un silencio sepulcral se hizo presente, la muchacha se mordía las uñas nerviosa; esperando que su madre hablara. Una sonora carcajada, acabo con el silencio.
—Te creeré, Manzanita. Te recuerdo que ya debes empezar en la búsqueda, del padre de mis nietos —la pelirroja se sonrojo intensamente.
—Ya lo sé mamá, cuando aparezca alguien... Especial, seras la primera en saberlo—. Contesto con algo de vergüenza.
—Más te vale —habló riéndose la señora—Exijo ser la primera en enterarme.
>>Y lo seras<< — juro en sus pensamientos la ojiazul.
Sus ojos se cristalizaron, gracias al reciente comentario de su madre —Bueno mamá...Me tengo que ir, fue un placer hablar contigo. Les... Mando besos y abrazos a todos.— Articulo con dificultad, despidiéndose mientras se contenía las ganas de llorar.
—Dios te bendiga, bye Manzanita—se despidió de su hija, antes de que pudiera decir algo más, la pelirroja corto la llamada.
Se secó las lagrimas que bajaban por sus mejillas, se frotó el rostro, se levantó, se colgó su mochila en su espalda y se fue caminando, completamente sola y sin nadie.
La joven derrotada por completo, ya cansada de sufrir, y de engañar al mundo con una sonrisa falsa, hizo un juramento consigo misma. Juro que no dejaría que se acercase nadie más, qué en su corazón no necesita a nadie más, que no mostraría su verdadera personalidad y su forma de ser a nadie más.
Juró que cambiaría, ahora falta saber si para bien o para mal.
°No se permiten adaptaciones o plagios.
Nota de la autora:
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-KrisMart