Narra Elaine
Entrar a un nuevo semestre de la carrera de Psicología me causa conmoción porque prácticamente es comenzar de cero. Nuevos compañeros y profesores por conocer. Lo que siempre da vuelta en mi cabeza al principio de clases es si mis compañeros y profesores serán amables conmigo y además si podre pasar todas las materias. Pero a pesar de aquello también siento algo de emoción comenzar un nuevo semestre, debido a los nuevos conocimientos que me impartirán los profesores.
— Elaine. — Me llama Lucas. — ¿Cuántas veces debo decirte que hemos llegado? Ya bájate de mi auto — me mira muy impaciente.
— Lo siento. — Le digo apenada a mi hermano mayor. — Y gracias por traerme. — Me bajo del auto.
— Cuídate y buena suerte, Elaine. — Me dice antes de arrancar el auto.
Camino hacia la facultad de Psicología. Al llegar voy hacia administración para poder revisar donde se encuentra ubicado el salón 503.
— Al menos no esta tan lejos de aquí. — Digo con alivio para mí.
Subo las escaleras hasta llegar al tercer piso y luego giro a la izquierda, paso cinco salones y por fin llego al salón 503. Tomo la manija de la puerta y la abro.
— ¡Vaya, sí que he madrugada! — Digo al ver el salón vacío. — Bueno… Al menos puedo elegir un buen puesto. — Entro y recorro el salón hasta llevar a la tercera banca de la fila de en medio. — Perfecto. — Me siento. — Aquí voy a poder prestar atención a todas mis clases.
Saco mi celular y auriculares de mi mochila. Decido escuchar música hasta que empiecen las clases.
Pasa un par de minutos y me espanto porque una persona esta parada frente de mí.
— Gilbert. — Digo mirándolo sorprendida. — Me asustaste, no te había reconocido.
— Veo que te olvidaste de mi en las vacaciones. — Él hace un puchero. — Que decepcionado me siento. Yo si no olvide tu hermoso rostro. — Me dice y yo pongo los ojos en blancos.
Gilbert lleva puesto unos pantalones bombachos, camiseta color arcoíris y encima un kimono color negro, también lleva puesto unas sandalias y en su cabeza tiene una banda amarilla. La mayoría de sus outfits son un poco locos y llamativos, pero a pesar de ello debo admitir que le favorecen. Incluso viniendo en pijamas se le vería muy bien, aquí es donde me doy cuenta de que Dios tiene preferidos.
— No es eso, solo que estaba distraída. — Le sonrío.
— Qué bueno que no te hayas olvidado de mí, pequeña. — Alborota mi cabello. — Has elegido un buen puesto ¿Me puedo sentar junto a ti? — Me pregunta.
— Claro Gilbert. Me encantaría que te sentaras conmigo. — Le digo y él pone su mochila en el asiento del lado izquierdo.
A Gilbert lo conocí en el semestre anterior. Es un ser humano increíble, respetuoso e inteligente. Sabe demasiado de filosofía, que cuando hablas con él te hace reflexionar demasiado sobre la vida. Él es como un anciano sabio con edad de joven.
— Y ¿Qué hiciste en las vacaciones? — Me pregunta Gilbert.
— Nada interesante, solo estuve trabajando en la cafetería de mi tía. — Lo miro. — Como ya sabes trabajo allí en mis tiempos libres y en vacaciones. — Él asiente con su cabeza. — ¿Y tú? — Le pregunto.
Vemos por fin a algunos estudiantes ingresar al salón.
— Fui a la playa con mi familia y lo pasé increíble. Fue un viaje inolvidable y divertido.
— Me alegro por ti, pero ¿Por qué no estas bronceado? — lo quedo mirando.
— Mi piel no se broncea ante el sol, solo se pone roja como si fuera un camarón. — Hace un puchero y yo suelto una risita.
— Ni modo. — Es lo único que digo con una gran sonrisa.
— Te compre algo en el viaje. — Me dice sacando de su bolso un llavero. — Toma. — Me leo entrega y yo gustosa lo acepto.
— Muchas gracias, Gilbert no debiste molestarte en traerme algo. — Observo el llavero que tiene tres dijes: una concha, una estrella de mar y una palmera junto la arena. — Muchas gracias. — Repito. — Me ha encantado el obsequio.
— Sabia que te iba a gustar. — Dice con triunfo.
— Lo pondré en mi mochila para record… — Antes de que termine la frase soy interrumpida por el grito de una persona.
Los estudiantes que están en el salón la observan confundidos y como si fuera un bicho raro.
— Elaine — Ariadne me mira y se lanza abrazarme.
— Ariadne — digo.
Ariadne es una chica simpática. Tiene ojos color café claro, cabello color castaño, pestañas largas y su tez blanca. Además, es alta, demasiada diría yo, debido a que, si me paro junto a ella, yo me veo como una pulguita
— Te extrañe un montón. — Me sigue estrujando con sus brazos, que hasta creo que me estoy quedando sin aire. — Pensé que este semestre iba a pasarlo mal pero ya veo que no. Me emociona mucho que estemos en el mismo salón. — Vuelve a gritar y Gilbert se tapa los odios con sus manos.
— Ariadne también me da mucho gusto verte, pero ¿Me podrías soltar? porque siendo que me estoy asfixiando. — Le digo.