SHAMARA
Estaba sentada al lado de mis padres, tenía los ojos llenos de lágrimas, perdida en mis pensamientos, escuchando los botos de mi hermano mayor y mi cuñada.
Mi corazón lloraba porque pudo haber sido yo que estuviera en el altar con Dean recitando nuestros votos, jurándose amor eterno, pero no, era un simple deseo que se fue con el tiempo y con su inmadurez.
Me limpié discretamente las lágrimas que corrían por mis mejillas, miré a donde estaba la familia de mi cuñada buscando encontrarme con él.
Parpadee varias veces y lo vio, nuestros ojos se encontraron y un abismo enorme se formó ¿podía sentirme más ajena y lejana de él? pues sí, ninguno de los dos pudo mirar a otro lado, salimos de nuestro hipnotismo cuando escuchamos cuando todos aplaudían a la nueva pareja dándoles ¡enhorabuena!
No pude resistir y me dirigí a la casa, me tomé una copa de champagne para refrescarme, me sentía ahogada. ¿en qué lio me he metido? ¿Por qué vine? Ah porque el novio es mi hermano y no podía faltar─. Me dije para mí en voz alta.
─¿Ahora hablas sola? ─Me dijo Dean mientras se acercaba a mí con pasos firmes. Lo miraba embobada, parecía un dios griego, mi vido. Vestía un traje que le quedaba a la perfección, su perfil de actor de cine y esa seguridad que tanto lo caracterizaba, siempre me volvían loca.
─Creo que ya me estoy volviendo loca ─le respondí con una triste sonrisa.
Dean me ofreció una bella sonrisa rompiendo el hielo y la tensión que existía entre ambos.
─¿Cómo has estado? ─preguntó con voz pausada y mirándome fijamente.
─Lo normal ─contesté ─Sobreviviendo a mi nueva vida ─Le brindé una media sonrisa.
─Si las cosas hubiesen pasado diferentes entre nosotros a lo mejor estaríamos también casándonos ─Me comentó Dean en forma de reproche.
─Pero no fueron y eso ya es pasado ─le respondí de mala gana porque sabía por dónde venía ese comentario. Meses atrás Owen me había comentado que Dean me culpaba también por nuestra ruptura, que se sentía decepcionado por todas las cosas que habían pasado y más por mi falta de confianza.
─¿A qué has venido? ─pregunté otra vez de mala gana ─¿quieres seguir humillándome?
─Tranquila, fiera, vengo en son de paz─. dijo levantando las manos y riéndose ─Necesito que hablemos de nosotros ─. Cambió su expresión de alegre a serio.
─ ¿De qué quieres hablar? Ya todo lo que teníamos que decir, fue dicho y quede muy mal parada. ¿recuerdas? me dejaste tirada en el lobby del hotel con tu orgullo y ego muy en alto diciendo que pasara página porque ya tú lo había hecho.
─Ven ─Dean me tendió la mano ─Quiero que bailemos ─Por un momento dudé, estaba sorprendida, yo lo encaraba de cabreada y él pidiendo que bailáramos, pero luego acepte bailar con él a ritmo de la música de “Beautiful in White” de Westlife.
Me tomó entre sus brazos llenos de amor colocándole una mano a donde termina la espalda sujetándola fuerte a su cuerpo. Puse mi cabeza en los hombros de Dean para dejarme llevar de la música, cuando ésta termino Dean me tomó la cara con sus dos manos y me beso.
En ese instante tan intenso donde por fin volvíamos a tener un acercamiento entraron de repente sorprendiéndolos Marie y Oliver.
Querían contarme de su relación, se acercaron pidiendo disculpas por la intromisión, encontrándome sonrojada y apenada por la escena que estábamos dando.
Después de escucharlos contar su historia de amor Marie me pidió que no me molestara con ellos y me pedían que los aceptara, a lo que respondí con una leve sonrisa que estaba feliz por ellos y que esperaba que Oliver un joven tan atento y caballeroso pudiera respetar a Marie.
Luego de haber aclarado las cosas Marie y Oliver volvieron a la fiesta.
Otra vez estuvimos nueva vez solos y cuando pensaron en volvernos a besar llego Owen en busca de Shamara para bailar al igual que Lorana con Dean, ambos reímos.
Después de haber bailado varias veces con los novios, padres y entre nosotros, nos tomaron muchas fotos, contamos anécdotas de los novios, cenamos y bebimos alcohol en cantidades industriales.
Despedimos a los novios entre bromas y lanzándoles arroz crudo para la buena suerte.
Ya eran las nueve de la noche y muchos de los invitados se retiraban, varios de ellos ebrios o arrastrando los pies. Fue un día muy largo para todos.
Ivanna estaba molida, le hacía señas a su esposo para que se fueran a descansar porque ya no aguantaba los pies, también les siguieron mis padres; había sido un día muy intenso y llenos de emociones.
Dean fue donde yo estaba sentada con los zapatos en las manos.
─¿Ya te vas? ─preguntó colocando sus manos en mis hombros.
─Sí, estoy muy cansada ─ respondí mostrándole los zapatos.
─Estaba pensando si aceptarías venir conmigo a mi casa, nos tomaríamos unos tragos ─Con su voz sensual me hacia esa propuesta indecente, me miró pensativo esperando mi respuesta. Y yo como boba que soy.
─Está bien, pero no estaré mucho tiempo, mañana quede de ir a casa de mis padres almorzar con ellos.