Por tu amor

Capítulo ocho

El recorrido hacia su nuevo destino se le hizo una cruel y amarga eternidad, pasó todo ese tiempo en un silencio absoluto para asegurarse de que su pequeño no despertara de nuevo, ese día estuvo más quisquilloso que de costumbre así que el tener que detener el auto para poder atenderlo no era una opción, puesto que estaba segura, si lo hacía se arrepentiría y daría vuelta a casa.

Soltó un suspiro de alivio al dar vuelta en un cruce, las manos le picaban y su corazón comenzaba a brincar acelerado debido a la anticipación, no recordaba la última vez que se había sentido así de nerviosa. A lo lejos divisó la antigua casa, estaba igual a como la recordaba, algunos rosales comenzaban a florecer a los costados de la casa y el viejo columpio había sido pintado además de que colocaron un pequeño parque en el costado de la casa.

Entonces calló en cuenta de lo que estaba haciendo, había llegado hasta allí sin siquiera pensar en cómo podría reaccionar al verla, después de todo la última vez que se vieron ella le echó en cara algunas cosas de las que hoy, al mirar al pasado, no se sentía para nada orgullosa.

¿Qué le voy a decir? Se preguntó sintiendo como los nervios afloraban con mucha más fuerza, sin darse cuenta ya había llegado a su destino así que con la poca valentía que todavía le quedaba se bajó del auto tomando a su hijo aún dormido en brazos y tragando con fuerza se plantó frente a la puerta principal.

Por favor, que esté aquí. Clamó mirando al cielo porque si nadie salía ella no sabía a dónde más ir y en ese momento lo único que tenía claro es que necesitaba de ellos, de sus abrazos y palabras de aliento, de su cariño, de su naturalidad, pero sobretodo necesitaba de alguien que le dijera las cosas como eran, sin tapujos, como siempre lo habían hecho.

—Está bien, cariño.

La ronca voz del hombre que se escuchaba desde adentro no hizo sino acelerarle el corazón, y esa palabra, cariño, ¿es que él estaba con alguien más? Pero que tonta era, había pasado un año sino más, era obvio que ellos seguirían con su vida después de todo ella se los gritó en casa tiempo atrás, el hecho de que ambos estaban estancados en el pasado y no lo terminaban de dejar atrás para seguir adelante.

—¿Qué tanto me he perdido de sus vidas? —Preguntó mientras acariciaba al pequeño que dormía placido entre sus brazos. —¿Qué clase de persona soy?

En ese preciso momento la puerta frente a ella fue abierta, el hombre parecía sorprendido de verla y ella sentía que no se había preparado lo suficiente para llegar a ese momento, delante de ella se encontraba una de las personas a las que más había amado pero ella no sabía ni siquiera qué decir.

En el camino se imaginó lanzándose a sus brazos, diciéndole lo mucho que le había extrañado, que lo necesitaba y que por favor la perdonara pero llegado ese momento ni siquiera fue capaz de mirarlo a la cara, se sentía una mala mujer por haberlo abandonado sin razón alguna.

—¿Andrea? ¿qué haces aquí? —La pregunta solo logró golpear un poco más su ya de por sí maltratado corazón, sintió que no era bienvenida, que ya no era nada en su vida.

—Yo… —Sus ojos se llenaron de lágrimas contenidas, de todas sus fantasías en ninguna esperó echarse a llorar como la niña que ya no era, pero no sabía por qué le sorprendía si todo le estaba saliendo mal. —Lo siento, no debí venir.

Se alejó de allí en dirección al auto y se sintió una cobarde porque sin darse cuenta eso era lo que había hecho los últimos años de su vida, huir. Sintió como una mano rodeaba su brazo para detenerla, entonces él la atrajo a su cuerpo con cuidado de no lastimar al pequeño bulto que yacía entre sus brazos y la abrazó, buscando darle un poco de la paz que necesitaba

—Princesa. —Tomó su rostro entre sus manos para que le mirara porque tenía años de no ver esos ojos que desde el primer momento que los vio habían sido su perdición. —Sabes que siempre serás bienvenida en nuestra casa.

Colocó su mano sobre la izquierda de él y de inmediato sintió el frio del metal en su dedo anular, observó el anillo de matrimonio, mismo que había elegido con ella en algún momento, entonces los recuerdos la avasallaron logrando que se sintiera peor que antes. ¿Cuántas cosas se había perdido durante todo ese tiempo?

En ese momento se juró algo, no dejaría que la manejasen nunca más.

—Te extrañé. —Se atrevió a decir a la vez que besaba sus nudillos, él había sido lo mejor que le pasó en la vida.

—Y yo a ti, princesa. —Besó su frente, entonces el pequeño comenzó a removerse y él, por primera vez se dio cuenta de la presencia del niño. —¿Él?... Ya veo que logró su cometido.

Ella agachó la cabeza sintiéndose avergonzada, él muchas veces intentó hacerla entrar en razón de lo que estaba haciendo, al final se rindió cuando ella lo botó de su vida como si lo importara.

—Si…

—Entonces dame a mi nuevo sobrino. —Murmuró arrebatándoselo para entrar a la casa. —Mi chica estará muy feliz de verte.

—¿Ella? —Dejó la pregunta en el aire sintiendo que no era lo correcto preguntar.

—Sí. —Sonrió abriendo la puerta para que pasara.

Dio solo dos pasos dentro de la casa cuando la familiaridad del lugar la embistió, solo entonces notó lo bien que se sentía al estar allí, en casa.



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En el texto hay: poder, amor, superacionpersonal

Editado: 16.09.2020

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