Por tu sonrisa

Primera sonrisa

¿Alguna vez me ha costado tanto llamar a un timbre?

Me estaba preguntando eso a mí misma desde hacía ya al menos diez minutos. Respiré hondo intentando que mi tensión saliese expulsada de mi cuerpo. La mochila y el bolso de mano que llevaba me pesaban hacía ya un poco, notaba todo mi cuerpo ya destrozado después del viaje en tren y después el metro. Dos maletas gigantes una en cada mano no ayudaban a que ese cansancio fuese menor.

Respiré hondo de nuevo, pero en vez de pulsar el timbre me senté en una de mis maletas. Hacía calor, mucho calor. Mi pelo castaño se hallaba recogido en un moño mal hecho porque en el metro estaba sudando tanto que se pegaba a mi cara y no me dejaba respirar.

La gente no miraba en mi dirección. Todos debían de andar muy ocupados por aquí. Siempre supuse que la capital sería exactamente así. Todos a lo suyo y no prestando atención a una joven que iba cargada con más kilos de los que ella pesaba.

Volví a respirar hondo y me fijé en el 4B. Si tan solo extendiese la mano o un dedo aunque sea y pulsase ese botón.

— ¿Estás esperando a alguien?

Pegué un bote en el sitio y mi maleta como era de ruedas se alejó de mi culo, por lo cual éste fue a parar al suelo. Mientras me ponía roja y me levantaba tras mi desagradable accidente miré de reojo a quien me había hablado.

Era alto, rubio y con el pelo algo largo, lo suficiente para que se le formasen unos rizos muy curiosos sobre su cabeza. Unos ojos marrón chocolate me miraban con un brillo de diversión y yo me aclaré la garganta.

— No — respondí de forma instintiva, pero me quise corregir — bueno sí.

— ¿No o sí? — me preguntó el desconocido mientras sonreía abiertamente en mi dirección.

Debería de tener unos veinticuatro años, no creo que mucho más ni mucho menos, su barba incipiente le adornaba una mandíbula cuadrada y su sonrisa era contagiosa, tanto que sonreí con timidez.

— Es complicado, mi hermano vive aquí — dije tratando de sonar convincente, pero eso no explicaba por qué seguía yo ahí parada en medio de la calle en la puerta de un edificio — Y...

— No está en casa — concluyó él, porque era la respuesta más obvia.

— Exacto — mentí o eso creo.

No sabía si mi hermano estaba en casa o no, porque no me había atrevido a llamar. Desde hace un año nuestra relación es complicada y no sé con qué cara mirarle hoy cuando me mude a su casa. Porque sí, aquí estaba yo con todas o casi todas mis cosas cambiándome de ciudad, de casa y de vida casi totalmente.

Volví a respirar hondo, este calor sofocante de Madrid me estaba produciendo dolor de cabeza.

— Puedes esperarle en mi apartamento si quieres, mejor que pasar calor seguro que es.

— No es necesario, le esperaré en... — miré hacia todas partes, pero en esa calle no vi ni un solo bar donde refugiarme de este sofocante sol. Como odio el sol.

— Soy un desconocido amable — sonrió tiernamente mientras se cruzaba de brazos y yo le miré la zona. Se le tensaron los músculos y qué músculos, si se quitaba la camiseta blanca que llevaba podría divisar probablemente los mejores abdominales que vería en mi vida. — No te voy a dejar aquí esperando.

Dicho eso me apartó ligeramente con su mano y sacó sus llaves para entrar al edificio. Al menos dentro del portal hacía más fresquito. Cogió una de mis maletas y al hacer fuerza para arrastrarla me volví a fijar en su brazo. Este chico seguro que iba al gimnasio diariamente.

— ¿Dónde vives? — pregunté alarmada porque realmente no sabía qué pensar de este hombre.

— Quinto B — respondió mientras iba hacia las escaleras.

Tosí ligeramente porque me atraganté con mi propia saliva al pensar que en vez de subir por el ascensor pensaba subir por ahí. Entonces se giró y siguió con la vista lo que yo miraba. El deseoso cubículo que me haría no morir subiendo este peso.

— Está estropeado — se encogió de hombros a modo de disculpa.

— No me jodas — susurré yo preocupada.

Se me pasaron muchas cosas por la cabeza, como la fuerza que tendría que hacer para subir todo esto o el culo que me iba a hacer estos días. Pero sobre todo pensé en mi hermano y tragué saliva.




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