portadores de rayos

Capítulo 7: Último golpe

Capítulo 7: Último golpe.

La mañana había llegado, su mente lo sabía, aunque su cuerpo se negaba a aceptarlo. Estando acostado oyó lo que se temía, un golpe en la puerta avisándole que ya era hora de bajar a comer. Él deseó que aquella mujer dejara de ser tan eficaz y que algún día de estos se quedara dormida dándole a él una excusa para llegar tarde a las prácticas. Su padre bien les había dicho que el entrenamiento sería duro, pero él no acertó a adivinar cuanto, aunque debió imaginarse lo que venía solo con el primer día, con su hermana astillándose varios huesos, según el médico que la había revisado había tenido suerte de no haberse matado cayendo de tan alto. Aun con todo, su hermana tenia semanas en cama, y solo hacía ejercicios con el agarre, se estaba librando al menos de momento de los castigos físicos, en compensación a eso sus pruebas con el agarre se estaban intensificando.

Se había ensoñado pensando en las cosas que estaban pasando recientemente, y solo fue atraído a la realidad con el ruido que hacía su puerta. La mujer que estaba del otro lado no tardaría mucho en entrar en su habitación.

—ya estoy despierto, solo dame un segundo por favor ya voy.

Cuando hizo amago de querer levantarse, todo su cuerpo se quejó diciendo que no era suficiente descanso. Su padre les había dado el último día de cada semana libre para que hicieran lo que ellos quisieran, pero al menos en lo concerniente a él pasó todo el día acostado intentando descansar lo más posible, aun con todo no fue suficiente. Reunió las fuerzas necesarias para ponerse de pie, inmediatamente estas renegaron reusándose a hacer otra jornada de trabajos forzados. Respiró hondo frente a su armario y todo el torso le escoció un poco, la mirada al armario le recordó que tenía que hacer uno que se viera mejor, pero con las jornadas de entrenamiento que estaban llevando últimamente dudaba el poder hacerlo.

La ropa de entrenamiento siempre le había generado cierta calma, pero en esta ocasión la sintió con cierta estática. No tendría que tenerle miedo a esa sensación puesto que manejaba un rayo con sus manos, aquella era tanta fuerza que podía matar a todas las creaturas que habitaban el mundo, o al menos eso se decía, pero él tenía la teoría que para un refulgente matar a los animales que daban las plumas sería complicado, en especial la de ixter. Últimamente no podía evitar que su mente divagara en cualquier tema con tal de alejarse del entrenamiento.

—joven señor, ¿se encuentra bien? ¿Quiere que entre a asistirlo?

—ahhh no! Ahora mismo salgo, ya voy.

Con toda prisa dejó sus pensamientos de lado y se enfundó con aquel traje lo más rápido que pudo. En estos días Ratle había entrado a ayudarlo, la vergüenza de que lo ayudaran a cambiarse todavía lo abordaba cuando la veía, aunque ella no parecía recordar tal hecho. justo cuando se disponía a abrir su puerta esta se abrió y tras ella estaba aquella mujer con el mismo porte pulcro de siempre, con toda la disposición de cumplir la palabra de su padre y sacarlo de su habitación.

—No hace falta que se ponga ruda, Ratle. aprendí la lección la primera vez. —la frase fue acompañada con una risita que hizo que le doliera el pecho.

—No pareciera, joven señor. El almuerzo espera por usted y como ya sabrá su padre últimamente está poco tolerante con los retrasos.

Aquellas palabras no representaban una amenaza en sí, pero él recordaba el día que fingió estar mal para escaquearse de los entrenamientos, la ventana de su cuarto tardó días en estar reparada del todo, además de su castigo en el entrenamiento. Por culpa de aquella ventana durante toda una semana había dormido con un frio que le calaba los huesos.

Llegando al comedor todo ya estaba servido y su padre y su hermana hablaban de los resultados de la práctica del día anterior.

—ohhh el frágil príncipe al fin despertó de su encantador sueño y se digna a hacernos compañía. Dígame su magnificencia ¿Qué tal su noche?

Él no acertaba del todo a dar el significado correcto a aquellas palabras, ¿que era más importante el contenido ponzoñoso o el tono burlesco? Pudo ver que su hermana luchaba también por entender la intencionalidad del comentario.

—buenos días padre, hermana. Disculpen la tardanza, los cinturones de mi traje se resistieron un poco. Además de que las sábanas eran más pesadas de lo habitual.

Se sentó en la silla que le correspondía justo delante de su hermana. Y estando tan cerca fue cuando se dio cuenta, ella no estaba usando las manos para comer. En su lugar un juego de cubiertos de cuáhuitl volaban a través de la mesa. El cerró y abrió los ojos como si eso fuera a cambiar lo que veía, pero por más que lo hacía aquellos utensilios no desaparecían.

—es parte de su entrenamiento, su agarre tiene que ser tan preciso como el tuyo fuerte.

Su hermana comía con una cara de concentración, sin embargo, respondía a todo lo que le decía padre. siendo innegable que la mayor parte de su atención estaba centrada en hacer que todos los utensilios danzaran de la forma correcta. Se preguntó si el sería capaz de hacer eso, cuando se proponía a tomar sus cubiertos se dio cuenta de que estos estaban hechos del mismo material que los de su hermana. Él también tenía que ser capaz de poder hacer eso al menos que no quisiera comer. Lo complicado de aquella tarea no era el hecho de levantar los cubiertos, lo complicado era hacerlos que tuvieran la dirección correcta, además de medir la fuerza con la que se tenía que cortar o trinchar era importante. Su hermana se veía que aquella tarea le costaba algo, pero a él en cuanto fue capaz de ver aquellos utensilios como si estuvieran hechos de dos piezas separadas el control fue bastante sencillo. En defensa de su hermana se podía decir que la forma de comer de las mujeres era mucho más compleja además de usar casi el triple de utensilios, a él toda aquella etiqueta le parecía ridícula.



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En el texto hay: medieval, asesinos a sueldo, accion con poderes

Editado: 19.03.2021

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