Oriana.
Mis padres conducen de regreso a casa, Alec duerme apoyado a la ventana, mientras que Roma la chica que hemos conocido está noche juega con sus manos de manera ansiosa, mi hermano se mantiene callado porque sabe que cualquier cosa que diga puede ser algo para sumar a su castigo.
—¿Estás bien? —le pregunto a la chica que juega con sus uñas.
—Si, solo que mis padres deben estar preocupados por mí.—susurra para no despertar a Alec.
Sacó mi celular del bolsillo de mi abrigo y se lo entregó.
—Llamalos y diles que te quedarás con una amiga, por cierto mi nombre es Oriana, hemos tenido una noche tan entretenida que ni tiempo para presentarnos.
—Soy Roma. —dice con una pequeña sonrisa.
Ella toma mi celular con duda pero enseguida me lo regresa.
—Si los llego a despertar se molestarán mucho así que creo que mejor mañana en la mañana me comunico con ellos.
—Como quieras, pero hoy te quedarás en mi casa, dormirás en mi habitación por más que seamos desconocidas jamás dejaría que te marches a estás hora de la madrugada además mis padres tampoco te dejarán salir de casa y más con el enojo que se cargan.
—Siento eso, supongo que se me fueron los tragos.
—No importa, al fin de cuenta yo no tengo nada que perder y mi hermano lo resolverá todo, él sabe cómo huir bien librado de los castigos. —susurré.
—Mamá dime algo ¿Cuánto tardará mi padre en admitir que él también tuvo problemas de esté tipo? —le pregunto al ver que está atenta a nuestra conversación.
—Oriana este no es el momento.— habla mi padre llegando a casa.
—Admite que no estás molesto que por más que te llamarón a la madrugada no te sorprendió para nada que algo así sucediera, no olvides que tú muchas veces nos has contado los innumerables problemas que tuviste cuando eras un adolescente de nuestra edad y que es por eso que nos entiendes y mas a Aiden.
—Ori. —murmura mi hermano en forma de advertencia pero se que lo estoy logrando.
Siempre que suceden incidentes como estos mi padre se molesta y no nos habla, pero aprendí a usar sus experiencias en su contra básicamente es como recordarle que todo lo que nosotros llegamos a vivir es porque hemos tenido su ejemplo.
—Está bien Oriana y Aiden ustedes ganan, no tendrán castigo pero será la última vez, el próximo incidente no iré a su rescate y se quedarán detenidos por unas horas por más que tengan 16 y 17 años ya son casi adultos para responder por sus actos y para tener consciencia de ellos.
—Muy buenas noches. —besó sus mejillas y tomó a Roma de la mano para que me siga hasta mi habitación.
—Sorprendente. —dice Alec quien se encuentra detrás de Roma.
—¿Es que acaso dudas de mi poder de convencimiento?
Él me sonríe
—Llevo años observando cómo logras cada cosa que te propones pero por un momento pensé que habías perdido ese toque.
—Quisieras, porque sabes que podría lograrlo hasta contigo.
—¿Acaso eso es un reto?
—Ya quisieras. —entró a mi habitación.
—¿Tienes un cargador para mi celular? — pregunta ella.
—Claro. —se lo entregó. —voy a ver a mi hermano así que te dejo para que hables con ellos.
Salgo de mi habitación dejándola allí y me encaminó a la de mi hermano.
—Aiden ¿Puedo pasar? —pregunto a medida que golpeó la puerta.
—¿Qué pasó? —pregunta cuando me abre.
—Nada, solo necesito entretenimiento ¿Es que acaso no puedo venir a exigirle eso a mí hermano mayor?
—¿Qué quieres? —vuelve a preguntar
—Asegurarme que mañana me llevaras a las carreras. —admito.
—Sabes muy bien que no te voy a llevar por dos grandes razones, la primera es que sabes muy bien que ese lugar no es para ti.
Hago una mueca.
—Además me traes mala suerte.
—Mentira, yo no te traigo mala suerte tu solo te distraes fácil.
—Como para no, si uno te quita la vista de encima dos segundos y te pones a hablar con desconocidos. —interrumpe Alec.
—A ti nadie te ha llamado a esta conversación además es tú culpa porque me dejas tirada, te vas a hablar con tus amiguitas y yo quedo sola entonces me pongo a hablar con las personas que están junto a mí.
—Sabes muy bien que no soy tu niñero.
—Pero yo expresamente te pedí que la vigilaras. —mi hermano comienza a discutir con Alec.
—Bueno fin del tema, yo mañana voy con ustedes y se acabó. —sentenció.
Ellos se miraron y comenzaron a reír.
«Más le vale que no quieran contradecirme porque ni un huracán me detendrá.»
—Tu ganas. —habla mi hermano.
—Como siempre. —agregó.
—¿Y love? —Aiden pregunta por la chica.
—Con que Love ¿No?
—Ori no empieces, ¿Dónde está?
—En mi habitación, tenía que hablar con sus padres y yo tenía que resolver este pequeño temita así que la dejé allí.
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Roma.
A medida que mi celular va prendiendo mis manos comienzan a temblar porque ya sé lo que se viene.
El celular comienza a timbrar una, dos, tres veces hasta que mi padre toma la llamada.
—¿¡Dónde mierda estás!? —grita a través del parlante del teléfono.
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Editado: 30.11.2022