Capítulo 3

De vuelta con Agur y Leonardo, quienes habían salido corriendo hacia el pueblo.

—¡Corran! ¡Corran por sus vidas! —gritaba Leonardo descontrolado.

Todos los del pueblo lo miraban de diferentes maneras: asustados, confundidos y burlones. No tardo mucho para que llegaran a la casa con los demás.

Leonardo se fue contra Florián, lo tomo de su chaleco y lo alzo despejándolo del suelo.

—Hermano, tenemos que irnos de aquí, empaca tus cosas ¡Rápido! —sus ojos estaban rojos, él estaba desesperado.

—Oye, oye, cálmate ¿Qué pasa? —le contesto Florián confundido y algo asustado.

Sin dudarlo, Elvira tomo un palo de escoba y lo golpeo en la cabeza. Provocando que soltara a Florián.

Leonardo solo se sobó la zona afectada y dirigió su vista a la peli azul.

—¿Qué es lo que te pasa? —pregunto alterado.

—Eso debería preguntártelo yo ¿Qué es lo que te pasa?

—Eso no importa ahora, lo que quiero saber, ¡es porque me tenías que golpear en la cabeza!

—Porque te lo merecías —respondió Elvira con una sonrisa burlona.

Ambos continuaron con su discusión, mientras que Clelia se acercó a Agur, quien estaba recuperando el aliento de tanto correr.

—Agur… ¿Qué pasó? —se oía preocupada.

Agur tardo un poco en responder, su respiración estaba muy agitada. Es entonces que Clelia le ofrece una botella de agua, la discusión entre Leonardo y Elvira finalizo, estaban esperando que su amigo peli azul hablara.

—Hubo una explosión.

—¿Una explosión? —Clelia no entendía el alboroto que armo Leonardo por una simple explosión.

—Sí… pero —Agur no sabía cómo explicarlo—. Verán, como saben, Leonardo y yo estábamos inspeccionando el área… Fue entones que una lectura inusual se mostró en el rastreador y un sismo se sintió.

—¡Oh! Sí, lo sentimos —Elvira confirma el acontecimiento.

—¿Así que esa fue la explosión? —especulo Clelia.

—De seguro fue un ataque de parte de los “otros” —comento Florián algo molesto.

—No, no fue nada de eso —niega Agur.

—¿Entonces? —Clelia estaba ansiosa.

Agur suspira.

—Las lecturas si presenciaron el sismo, pero eso no fue lo que más me sorprendió, sino… —hace una pausa—. Un campo de fuerza, un sello.

—¿Un sello? —pregunto Elvira.

—Sí, uno que acababa de romperse, que fue el que origino el sismo y otro que aún se encontraba activo, pero al momento de querer correr, el segundo se rompió, creando la explosión —finalizo Agur mientras aprieta con fuerza sus puños y sus dientes.

Clelia se percata de su tensión y trata de empatizar con él.

—Lo importante es que los dos están bien —comento Clelia.

—Aunque este cabeza dura hizo un alboroto —se quejó Elvira—. Todos en el pueblo ya estaban asustados por el sismo para que tú vengas a espantarlos más —culpo.

—¿Ah? Como tú no estuviste ahí —se defiende—. No tienes idea de lo que paso allá.

—Ya nos lo explicó Agur.

—Pero no lo viviste.

—Estoy segura de que no hubiera salido corriendo cómo tú —Elvira provocaba a Leonardo.

—¡Bueno ya! —Clelia sacudió su mano para un lado al girándose para mirarlos.

Su mano brillaba de color blanco, el grito que hizo fue tan potente que arrastro a su hermana y a Leonardo hacia atrás.

—Upss… —apenada por lo sucedido se cubre la cara con ambas manos en señal de vergüenza.

—No te avergüences, creo que fue lo mejor —Florián empatizo con ella.

—Como a ti no te dejo sorda —Elvira verificaba sus oídos con sus dedos.

—¡¿Qué dijiste?! —alzo la voz Leonardo, quien si fue afectado por el sonido.

—Perdón… —se disculpó una vez más.

—Bueno, bueno. Volvamos a lo importante —Florián toma la palabra—. Debemos de ir a investigar qué es lo que paso en esa zona, puede que encontremos algo de valor o algo por el estilo.

—Puede haber gente lastimada por el sismo —el terror por la seguridad de personas ajenas invadió a Clelia.

—Eso también —incluyo Florián.

—Tiene razón, podemos encontrar cosas nuevas, como residuos de algo —Agur se encontraba ansioso.

—No se diga más. En marcha —dio media vuelta y Florián encabezo al grupo.

Fue entonces que volvió a sentirse otro sismo, pero ahora mucho más fuerte y duradero, provocando que algunas casas se destruyeran.

—Definitivamente debemos saber qué es lo que pasa allá —opino Elvira.