No había podido hacer nada para arreglar la cuenta del hospital. La señorita que lo atendió no quiso ayudarle, la cuenta estaba pagada y no quería perder el tiempo con él. Sabía que eso no iba a gustarle a Lily, pero no había nada que hacer. Caminó hasta el elevador y la figura oscura de Bruno apareció entrando por las puertas de cristal del hospital, ambos se miraron a los ojos desde sus distancias, la puerta no se movió como si estuviera esperándole. El ligero cosquilleo que había estado sintiendo por todo su cuerpo se fue incrementando, hasta que se sintió ansioso de escapar de su propia piel. Jadeó al verlo dar un paso dentro del pequeño espacio. Charly abrió la boca como si el aliento se atorara en su garganta. ¡Era exquisito! Le hubiese gustado que al menos mostrará una pequeña expresión en su rostro, así sabría a qué atenerse con él. Sin embargo ahí estaba él parado a su lado mientras la puerta mágicamente se cerraba. Charly se movió lo más alejado que pudo de él en ese diminuto espacio. Miró los números que se encendían mientras llegaban a cada uno de los pisos.
-Mi jefe se ha llevado a la señorita Lily.
La sombrías palabras salieron de su boca y Charly se sobresaltó nervioso con el corazón latiendo alterado. Miró al hombre agitado y lanzó un suspiro buscando aplacar sus nervios.
-¿C-cuándo? ¿C-cómo supo él...
-El hospital - respondió escueto -, el señor Torbes es un hombre con muchos intereses en diversos negocios.
-¡Mierda! - jadeó el joven moviéndose molesto y mordió la uña de uno de sus dedos -. Lily va a estar furiosa. ¡No debí dejar que nos trajera a este lugar! Aunque eso ya no importa, ¡Qué mierda!
Bruno no dijo nada, ni siquiera se movió, sólo lo miraba morderse las uñas mientras daba vueltas por el pequeño espacio del elevador. De pronto le detuvo. Le sujetó el brazo con una mano y sus ojos se encontraron. Los de Charly mostraban sorpresa, Bruno sólo parecía tenerlo en su camino como si cualquier cosa.
Era la primera vez que había algún contacto físico. No importaba que fuera sobre la sudadera de algodón, Charly se estremeció un poco y abrió la boca buscando que decir.
-Lo siento.
Bruno le ganó las palabras. Charly se quedó ahí mirándole como un estúpido.
-Esta noche yo invito la cena.
Lily estaba furiosa. Estaba sentada en la parte trasera del lujoso carro envuelta en una manta como una muñeca. No era que odiara a las muñecas, ¡Ella las amaba! Tenía un negocio que podía llamar de éxito con muñecas que ella reciclaba y creaba diseños exclusivos que le encantaban a sus clientes. Pero a ella no le gustaba ser tratada como una de ellas. Miró con odio a él hombre que conducía como si no pasara nada. ¡Mierda! ¿Cómo podía estar tan tranquilo después de secuestrarla de aquella manera?
-Puedo sentir las puñaladas en mi espalda.
-¿Por qué me estás hablando? Deberías estar muerto.
TT rió a carcajadas y la miró por el espejo retrovisor. Sus ojos mostraban lo divertido que estaba y Lily apretó los labios molesta.
-No creo que quieras estar nuevamente en el hospital - dijo con calma -, mi departamento será un mejor lugar para que te recuperes.
-Cualquier lugar sería preferible antes que estar en el mismo lugar que tú
Cruzó los brazos como una niña caprichosa y apartó la mirada del atractivo millonario observando por la ventanilla al resto de seres humanos libres que podían vagar por la ciudad al lugar que quisieran mientras ella estaba atrapada por un insoportable hombre arrogante.
-Estoy seguro que si te hubieras ido con tu "amigo", mañana mismo estarías nuevamente en el hospital en una mucho más fuerte recaída - le anunció con una ligera burla en su voz -. Conmigo vas a estar segura. En un lugar cálido y sin tanto estrés.
-¿Segura? - levantó una ceja regresando su mirada a él -. No me siento muy segura de estar en tu compañía.
-Es la mejor opción que tienes por el momento.
-No lo creo - suspiró ella -, puedo volver con Charly...
-Charly ... - el nombre salió con un suspiro de la boca de TT -, no vas a volver con él. Es descuidado contigo y...
-¡Tú no tienes derechos sobre mí! - exclamó ella -. No puedes imponerme órdenes como si todo lo que has hecho no fuera suficiente para ti...
-Nunca es suficiente - dijo él mientras entraba al estacionamiento del opulento edificio.
Lily jadeó y abrió la boca buscando seguir reclamando, peleando por lo que era suyo. Una mirada por parte de TT después de estacionarse y apagar el motor la hizo temblar. Se mordió el labio, de pronto se sentía muy cansada, se dejó caer en el asiento bajando la mirada a sus manos temblorosas.
-¡Maldición! - gruñó TT al verla -, no estás bien. No para pelear o hacer otra cosa que no sea estar en la cama y dormir para tomar fuerzas. Acabas de salir de una casi pulmonía y esto ha sido demasiado para ti.
-Debiste dejarme...
-Hubiera sido una tontería de mi parte - abrió la portezuela -. Los remordimientos de lo que pudo haber pasado me habrían seguido por días.
-¿Remordimientos?
TT ya había salido del auto. Unos segundos más tarde abría la puerta para ayudarla a salir. Lily sintió sus piernas temblar y se aferró al brazo masculino. Jadeó un poco mareada.
-¿Lo ves? - TT la abrazó hablándole al oído -. No estás fuerte para estar sola. Estoy seguro que apenas llegaras a casa ibas a deshacerte de Charly. Ese chico no iba a saber que fue lo que pasó después de encargarte de él.
-Yo no...
TT rió suavemente. Movió la cabeza y la tomó en brazos llevándola hasta el elevador. No la soltó hasta que la acostó sobre una mullida cama y la cubrió con cálidas mantas.
-Debes dormir - ordenó suavemente -. Parece que la medicina que el doctor te recetó están haciendo efecto. No debes preocarte de nada, sólo descansa. Si lo haces pronto estarás bien.
Lily quiso protestar, pero se sentía tan cansada que no le importó obedecer al hombre. Se acomodó y sus ojos se fueron cerrando hasta que quedó perdida para el resto del mundo, no siquiera su cerebro asimiló que estaba en compañía del hombre que había arruinado todo por lo que había luchado.