Prejuicios y amor

CAPITULO 28

TT caminó por el pasillo con un grupo de hombres tras de él. Estaba consciente de las miradas puestas en su persona. Hacia caso omiso de ellas mientras era incapaz de pensar en otra cosa que no fuera en Rebecca, estaba furioso. 

No sólo porque le quitó su casa a una joven que trabajaba para tener un patrimonio y salir adelante con su trabajo honrado, sino porque estaba abusando de ser cercana a él, tener su confianza y por conocerse desde que eran unos niños y ser hija del último esposo de su madre. 

Frunció el ceño. Le había brindado toda la confianza que necesitaba por ser su mano derecha en los negocios. No entendía porque lo estaba haciendo. La conocía muy bien y sabía que era capaz de hacer cualquier cosa para salirse con la suya. Una niña mimada que era capaz incluso mantener una relación sexual con él siendo solamente unos niños para salirse con la suya. 

No era algo de lo que se sintiera orgulloso, tal vez en ese entonces. Un chico, mayor parte del tiempo solitario, teniendo sexo con la chica más popular de la escuela. Y era un secreto que les pertenecía a los dos. ¡Joder! Sus zancadas fueron mucho más largas y estaba seguro el grupo tras él buscaba la manera de seguirle el paso.

Iba a enfrentarse a ella. Buscar explicaciones acerca de lo que estaba sucediendo. Toda esa gente que lo seguía era un equipo experto en encontrar cualquier anomalía en empresas y lo había contratado para encontrar algo en el departamento encargado por su hermanastra.

Se acercó a la puerta con el corazón agitado, no por la preocupación de lo que pudiera pasarle a ella, la realidad era que ansiaba ver su cara cuando le dijera lo que iba a pasar. Abrió la puerta de un empujón, Rebecca levantó la mirada asombrada que desapareció de inmediato al ver a TT. 

-No te esperaba...

-Estoy seguro que tampoco esperabas a estos señores...

-¿Qué está sucediendo? 

Rebecca se levantó sorprendida y tembló muy levemente antes de erguirse y mirar con desdén a los recién llegados.

-¿Quienes son ellos...

-Ellos van a ocuparse de hacer una investigación de todo lo que tienes aquí - explicó claramente e hizo un gesto que puso en marcha a cada uno de ellos -. De hecho en todo el departamento del que te encargas. Así que voy a pedirte que abandones tu oficina.

-No entiendo - lo miró confundida -, ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué estás haciendo esto? 

-Quizá porque no me gusta que me vean la cara de idiota - la miró acercarse airada hasta él -. No sé que has estado haciendo sin que yo lo sepa, ni siquiera sé que papeles me has hecho firmar. Creo que es momento en el que pueda enterarme de lo que hace mi propia empresa.

-¿No tienes confianza en mí? - inquirió suavizando su voz mientras le sonreía un poco -. Yo no haría nada que te perjudique. Mi trabajo siempre ha sido brillante y estoy segura de que todo está perfectamente bien hecho. En todos estos años no has tenido ninguna queja...

-Entonces no deberías estar preocupada por nada.

La miró desde su altura, ella parecía muy pequeña a pesar de que era solo diez centímetros más baja que él. Ella frotó sus manos nerviosa antes de asentir y mirar hacia el escritorio en donde ya estaba trabajando una parte del equipo.

-¿Puedo tomar mi bolso?

-Por supuesto - asintió TT -. Pero antes de que te lo lleves quiero que lo vacíes y me muestres lo que llevas ahí.

Un jadeó salió de la boca femenina. Lo miró sin poder creer lo que decía.

-¿Cómo puedes...

–Es necesario para hacer bien este trabajo - estiró la mano cuando uno de los hombres se acercó con el costoso bolso de Rebecca -. No debes preocuparte Rebecca, estoy seguro que no tienes nada que ocultar. 

Vació el contenido del bolso. Removió artículos femeninos que francamente desconocía, en un momento se sintió un poco irritado al no encontrar algo de utilidad, abrió un pequeño bolso y al vaciarlo encontró un par de memorias USB. Tarjetas de vista y una libreta pequeña. Levantó la mirada observando la reacción de su hermanastra.

-Voy a quedarme con esto - dijo tranquilamente ante una Rebecca buscando ocultar su nerviosismo -. Te lo devolveré muy pronto...

-De verdad no entiendo porque estás haciendo esto - le reclamó alterada.

Hizo caso omiso, pasó entre el grupo de empleados que se arremolinaba cerca de la oficina. Realmente no le importaba lo que le pasara a su hermanastra, quizás antes hubiera peleado por ella, ahora no, se aprovechó de él. Se aprovechó de la confianza que tenía en ella. El habría hecho de ella directora de su empresa si algo le pasara.

Aflojó la corbata mientras seguía caminando, pasó de largo por el elevador, ni siquiera lo miró. Sus manos fueron hasta la puerta cerrada y la jaló adentrándose en el interior. Bajó las escaleras corriendo. Una tras otra, ni un sonido salió de sus labios. ¡Todo era una jodida mierda! Llegó hasta el estacionamiento y miró agitado el lugar de concreto semi oscuro y con carros en completo silencio. Caminó y sus pasos se escucharon en un eco, las manos a cada lado de su cuerpo se cerraron en fuertes puños y sus cejas se inclinaron de manera peligrosa. Estaba seguro que si se hubiese quedado un poco más perdería el control. Si había algo que de verdad aborrecía era la traición y que se burlaran de él en su cara y Rebecca lo hizo. 

Y ahora estaba más que furioso por la traición de ella. Por años habían sido inseparables, cómplices de varios hechos de los que no se sentía orgulloso, pero en ese tiempo le hacían sentir pertenecer a un grupo de amigos que sólo se aprovechaban de él por ser de mucho más joven. 

¡Joder! Él sabía muy bien como era ella. No iba a dejar que las cosas se quedaran así. No importaba que su padre hubiese dejado a Sarah Lemus o que Lily permitiera que Rebecca las humillara en aquella cena. Él pensó que eso sería todo, que su hermanastra era una mujer madura y no iba a seguir con el asunto y ahora se sentía un estúpido al no darse cuenta de lo ingenuo que fue.




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