Prejuicios y amor

CAPITULO 31

"–¿Qué esperabas? 

La voz de Eduardo Ramos Y Barrera llegó fuete y clara ante Lily que permanecían escondida en las escaleras de la lujosa mansión.

–No iba a permitir que una mujer como tú se quedará con mi fortuna – le anunció con desdén –. Mi hijo no tiene un centavo de mi dinero, puedes quedarte con los miles que tiene en esa cuenta bancaria. No me interesa, pero no puedes quedarte con la casa. Esa es mía.

–¡No puede ser! – exclamó Sarah llorosa –, Carlos la compró, además es el único patrimonio que tenemos su hija y yo...

–¿De verdad crees que mi inútil hijo compró una casa con la miseria que ganaba en su absurdo trabajo? – rió burlón –, ¡Yo le di el dinero para comprar esa casa! No hubiera podido hacerlo solo. Mi hijo nunca fue un hombre que tuviera las agallas para sobresalir y ser como yo. 

Hubo un fuerte silencio que la hizo sentirse nerviosa. ¿Estaría haciéndole su abuelo algo a su madre? Se movió inquieta en su lugar de escondite y bajó un escalón dispuesta a hacer algo si su abuelo se atrevía a tocar a su madre.

–Nunca tomó buenas decisiones – su voz mostró el desprecio que sentía por su propio hijo –, nada más hay que ver a la mujer que eligió como esposa...

–Nos amábamos...

–¡Bah! ¡Amor! – escupió la palabra –. Mi hijo no era más que un débil que cayó ante las trampas de una mujer que no vale la pena. ¡Una vulgar bailarina que se desnuda ante otros hombres!

–Yo...

–¡Mi hijo ya tenía una perfecta candidata para ser su esposa! – levantó la voz –, tenías que entrometerte en el futuro de mi hijo. ¡Amor! Carlos hubiera amado a Jenny con el tiempo como su madre y yo lo hemos hecho.

–¡Usted no ama a nadie! – replicó Sarah mostrando toda la amargura que se apoderaba de ella –, no sabe lo que es el amor. Su pobre esposa...

–Eso no es de tu incumbencia – el tono de su voz se volvió peligroso –. Ahora quiero que recogan sus cosas y se vayan de mi casa. No las quiero aquí por más tiempo.

–No tengo a donde ir.

–¿Crees qué me importa? – Lily tembló un poco ante el miedo que sintió –. ¡Las quiero fuera de mi casa ahora mismo!

–¿Podría darme unos días mientras arreglo algunas cosas...

–No hay unos días – interrumpió de inmediato –, te quiero fuera ahora mismo.

–Tengo...

–Mira Sarah – la voz del abuelo siguió a un largo suspiro –, podría sacarte ahora mismo. Te estoy dando una oportunidad para recoger su ropa y cosas personales. Toma esa oportunidad antes de que te eche como lo que eres..."

Lily parpadeó dejando escapar algunas lágrimas que se habían acumulado en sus ojos. El cristal que mostraba la ciudad fue difuminando la escena del pasado. Bajó la cabeza posando su mirada en sus manos entrelazadas que temblaban ante sus recuerdos de niña.

–Tú... eras la hija de su hijo debió ayudarlas...

–A mi abuelo solo le interesa su dinero y no quiere compartirlo con nadie – miró a TT por unos segundos antes de volver nuevamente a la ventana –. Un dinero que ni siquiera es suyo en realidad. Él se casó con mi abuela ocultando que su familia estaba en la rutina total.

–¡Vaya!

–Mira, yo creo que será mejor dejar esto – soltó un suspiro –. No creo que todo esto te interese demasiado. Las hermanas R han dicho cosas y...

–¿Hermanas R?

–No importa...

Movió la cabeza algo sonrojada y caminó hasta la puerta dispuesta a salir de ahí.

–Quiero saber más Lily – la miró intensamente a los ojos –, quiero escuchar tu versión de todo lo que has pasado. 

–¿Interesa? – apartó la mirada incapaz de resistir el azul de sus pupilas –. No, aunque si esto fuera una opción para recuperar mi casa yo...

–¡Joder Lily!

La arrinconó en una de las paredes de ladrillos más cercana, plantó sus dos brazos a cada lado de su cuerpo e inclinando su cabeza hacia ella. Demasiado cerca, demasiado cerca.

–¿De verdad crees qué sería capaz de obligarte a hacer lo que no quieres para recuperar tu casa? – inquirió indignado –, ¿Tan bajo crees que soy?

Lily tembló y se pegó más a la pared como si quisiera traspasarla. Miró hacia cualquier lado evitándole.

–¡No lo sé! – Susurró ahogada –. ¡Ya no sé nada! ¡Desde que te conocí mi vida se ha vuelto patas para arriba y de verdad que ya no sé nada!

Las lágrimas corrieron por su rostro sin control. Lily cerró los ojos apretándolos buscando que él pudiera apartarse y dejarla unos momentos a solas. ¡Mierda! ¿Podía humillarse aún más?

La suavidad de unos dedos limpió la humedad sobre sus mejillas. Un sollozo salió de sus labios entrecerrados. Movió apenas la cabeza negando cuando los labios masculinos rozaron apenas su piel.

–Desde que te conocí mi vida está vuelta patas para arriba – susurró muy cerca de tu oído – y lo único que sé es que es lo mejor que me ha pasado en toda mi vida. Eres lo mejor que ha entrado a mi vida...

–No... – movió la cabeza abriendo los ojos con asombro por sus palabras – No es verdad, no puedes... Yo no puedo...

–¿Miedo Lily?

Sus labios apenas tocaron la orilla de su boca. Ella siguió negando con la cabeza mientras las últimas lágrimas caían. Su lengua lamió sus labios abrumada y un gemido muy suave salió de TT inclinándose aún más a ella.

–¡Eres hermosa!

–Deja de...

–¿De verdad quieres que lo deje? – musitó en su oído.

–¡Mierda TT! – jadeó ella temblando ante las caricias de su boca en esa parte sensible de su cuerpo –, ¿Por qué haces esto? Me confundes TT, me provocas y yo no puedo dejar que me hagas eso. Debería irme y no hacer caso de nada de lo que digas. Mierda, ¡No sé que demonios hago aquí lastimándome por todo el pasado que me ha costado tanto dejar atrás!

–Quizá si hablaras de eso dejaría de lastimarte.

–No creo que sea la solución.

Se apartó un poco de él. Buscó sus ojos, aunque enseguida se arrepintió por la intensidad en que éstos mostraban. Bajó la mirada y buscó la manera de calmar la agitación de su pecho.




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